Silvio Berlusconi ha enviado 15 millones de cartas a las familias italianas y ha colocado enormes vallas publicitarias en las calles con los resultados que, según él, ha conseguido el Gobierno: menos accidentes de tráfico, menos inmigrantes y el aumento del salario mínimo. Il Cavaliere ha echado el resto en las elecciones europeas de este fin de semana, que en Italia coinciden con provinciales y municipales parciales. Berlusconi se ha puesto a él mismo de cabeza de lista, aunque una vez elegido deberá dimitir. Enfrente tendrá la sombra de Romano Prodi, actual presidente la Comisión Europea, pero que volverá en otoño a su país para liderar a la oposición de centroizquierda.

El primer ministro italiano ha declarado que "perder las elecciones europeas es irreal" y no ha querido comentar los sondeos que atribuyen a su partido, Forza Italia (FI), una caída hasta el 22% de votos, frente al 29,5% que consiguió en el 2001, cuando Berlusconi salió elegido.

Berlusconi ha planteado estos comicios como un plebiscito de su persona y su política, y la oposición pide que asuma las consecuencias si las urnas no le son favorables. El que se frotará las manos si eso pasa es Prodi. Ambos políticos han intentado unificar las listas de sus respectivas coaliciones. Prodi lo ha logrado con tres de los cinco partidos de El Olivo y los sondeos atribuyen a esta candidatura el 33% de los votos: de confirmarse, el resultado podría constituir un primer paso para crear un solo partido progresista.