¿Prórroga corta o larga? ¿Hasta el 30 de junio, el 31 de diciembre o finales de marzo de 2020? ¿Con condiciones estrictas o más flexibles? Los líderes de la Unión Europea se enzarzaron ayer en una cumbre de urgencia convocada para definir los límites y el calendario en el que se moverá la primera ministra británica, Theresa May, para intentar ratificar el acuerdo de divorcio entre el Reino Unido y la UE. Lo único a priori descartado es una salida brutal del Reino Unido este 12 de abril.

May aterrizó ayer en Bruselas con una petición clara: retrasar la fecha del brexit al 30 de junio para dar tiempo y margen a que las conversaciones que ha iniciado con el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, den frutos. «Lo importante es que cualquier prórroga nos permita salir en el momento en el que ratifiquemos el acuerdo de salida, de forma que podamos salir el 22 de mayo y empecemos a construir sobre el futuro», defendió a su llegada subrayando que su objetivo es sacar al Reino Unido antes de las elecciones europeas aunque sin descartar un aplazamiento largo.

Esa es la alternativa que secundan la mayoría de los 27. Un aplazamiento largo, de entre seis y doce meses máximo, que obligaría al Reino Unido a celebrar elecciones europeas en mayo pero que evitaría tener que celebrar cumbres de emergencia cada quince días. La idea, sugerida de nuevo la semana pasada por el presidente de la UE, Donald Tusk, pasaría por conceder una prórroga flexible de forma que el Reino Unido pueda marcharse en cualquier momento en cuanto ratifique el divorcio hasta la nueva fecha de salida escogida.

La idea gusta en Berlín y la cancillera alemana, Angela Merkel, se mostró abiertamente partidaria para evitar un brexit caótico. Pero algunos gobiernos, con Francia a la cabeza, exigen condiciones estrictas. Es más, para Emmanuel Macron, que defiende una prórroga muy corta, cualquier solución tiene que cumplir tres prioridades: que no se ponga en peligro el proyecto europeo, que se respete la decisión democrática del pueblo británico y que haya garantías, insistió minutos antes de «escuchar con mucha impaciencia a May», que respondió a las preguntas de sus colegas durante una hora.

El borrador de conclusiones a debate garantiza que no habrá renegociación del acuerdo de divorcio, que cualquier compromiso futuro tendrá que ser compatible con ese pacto, que durante la eventual prórroga no se podrá negociar la relación futura, que Reino Unido seguirá siendo miembro de pleno derecho, con sus derechos y obligaciones, y que Londres tendrá que actuar de forma «constructiva y responsable» y bajo la premisa de «cooperación sincera». Un texto «insuficiente» para el presidente francés que ha exigido a sus colegas europeos más precisión para evitar que Londres termine reventando las decisiones y el funcionamiento del club mientras sea miembro.

El texto también contempla la posibilidad de que los 27 y la CE puedan seguir reuniéndose por separado, sin Reino Unido en la mesa. Instaurando una especie de «estatus de país saliente». Pero Francia quiere más: que el Reino Unido renunciase a su derecho de veto durante este período, al comisario al que tiene derecho e o a tomar parte en algunas decisiones. El presidente español, Pedro Sánchez, ha pedido por su parte «mantener la unidad».