Más de un millar de personas desafiaron la prohibición de las autoridades moscovitas y desfilaron por las calles de Moscú en protesta por la burda acusación de tráfico de drogas contra el periodista, que finalmente demostró ser una patraña para silenciar sus trabajos sobre la corrupción en la alcaldía y en el Gobierno. La policía practicó más de 400 detenciones, incluyendo la del bloguero anticorrupión y principal líder opositor, Alekséi Navalni.

«Aquí nos gobierna un clan, que es el clan de Putin y sus amigos de la KGB», comenta Yúlia Magurtumova, de 23 años, arrebujada en una bandera tricolor de Rusia. «Han tenido que recular (con Golunov), y las cosas ahora no pintan bien para ellos; el petróleo está bajando, Rusia está en crisis y el descontento de la gente va a ir a más», valora.

La marcha transcurrió en silencio y no hubo ningún desorden. Una vez acabada, centenares de manifestantes se congregaron en el cruce de los bulevares Strastnoy y Petrovski, donde la policía se empleó más a fondo, cargando en diversas ocasiones y deteniendo de forma aleatoria a los congregados, muchos de los cuales se resistían mientras sus compañeros gritaban: «¡Vergüenza!».