¿A dónde vas?, le preguntó su madre a Eliannys Andreína Martínez Roñoz. "A la iglesia evangélica", respondió. Cuando la encontraron sin vida, en un terreno baldío de Turén, un municipio del estado venezolano de Portuguesa, su cuerpo exhibía claros signos de tortura física y abuso sexual.

Tenía de 17 años, tres menos que Eduarlis Carolina Falcón Torrealba. La habían visto por última vez al salir del gimnasio, sobre su bicicleta. Sus familiares la recibieron dentro de una bolsa. Como nunca antes en ese estado ubicado a unos 20 kilómetros de Caracas, unas 300 mujeres salieron a la calle a reclamar justicia.

La policía detuvo en el río Turén al presunto responsable de ambos asesinatos. Había sido delatado por su propia esposa como el responsable del atroz ultraje y homicidio serial de las jóvenes, se informó. El fiscal general Tarek William Saab aseguró que al victimario le caerán sobre su espalda 30 años de cárcel. Zandra Castillo pertenece al grupo de parlamentarios opositores que legislaron en Venezuela hasta 2020 bajo el liderazgo de Juan Guaidó. Ella es oriunda de Portuguesa. Nuestras mujeres son doblemente vulnerables con la Emergencia Humanitaria que se vive en Venezuela, dijo sobre los 44 feminicidios.

Pandemia machista

Más allá de la resolución de este doble crimen, una certeza sobrevuela el cielo venezolano: el feminicidio se ha convertido en una segunda pandemia de ese país. El Observatorio Digital del Centro de Justicia y Paz (Cepaz) registra un episodio de esa naturaleza cada 38 horas. Las estadísticas estremecen: el 44,5% de las víctimas tenía entre 22 a 42 años. El 38,9% de las asesinadas presentaban evidencias de mutilación y descuartizamiento. Un 5,6 % eran madres. Los agresores tienen entre 19 a 31 años. Solo un 50% de ellos eran convivientes.

El verdadero monstruo no es uno solo en Turén, el monstruo es el machismo estructural en Venezuela que está matando a las mujeres mientras muchos hacen apología a los feminicidas y patalean por el término Feminicidio, denunció el colectivo Merida Feminista.

Saab defiende el papel del Estado. "Hay un abordaje integral a víctimas de delito de violencia de género, un espacio creado con miras a fortalecer y apoyar las actuaciones de los fiscales en competencia para la mujer.

Ineficacia del sistema

Linda Loaiza López Soto descree de la vocación del madurismo. Se la conoce en el mundo por haber presentado exitosamente el primer caso de violencia de género contra el Estado venezolano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La ineficacia del sistema de justicia constituye en sí misma una forma de discriminación. La vida de la mujeres y niñas, sería más llevadera, si se hubiera cumplido con lo establecido, dijo sobre la ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, que no se ha reglamentado. Muchas leyes y poca garantía de nuestros derechos.

De acuerdo con la fiscalía, entre agosto de 2017 y diciembre pasado fueron asesinadas 610 mujeres. La mitad de los crímenes, sostiene, se han resuelto. Algunas oenegés estiman que el número de víctimas es mayor y, por lo tanto, mucho más espeluznante. Desconfían a su vez del optimismo estatal.

Violencia y acoso a las mujeres

Venezuela registró casi 12.000 muertes violentas en 2020 según la ONG Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), 4500 menos que en 2019. Esa reducción obedeció a los rigores del confinamiento social. Con los feminicidios no ha sucedido lo mismo. Las razones de la macabra persistencia son varias.

Las cifras de analfabetismo de la mujer superan con creces las varios de países vecinos a pesar de la propaganda gubernamental que insiste en lo contrario, recuerda Aglaia Berlutti, en el portal Feminismo inc.?. También somos un país donde el embarazo adolescente ha aumentado de manera exponencial en los últimos veinte años, así como el abandono escolar femenino y la consiguiente profesionalidad.

Según Berlutti, Venezuela es uno de los países donde es más frecuente el uso de acoso sexual en oficinas y aulas. Las cifras de maltrato y asesinato esconden por lo general más de una de estas circunstancias. A pesar de los rigores que impone la pandemia, los colectivos feministas decidieron salir este 8 de marzo a la calle. No será un día de festejo sino una razón para gritar cada vez más fuerte ni una menos.