«Ni un paso atrás» es la consigna repetida ayer en Nicaragua en la marcha que los autoconvocados hicieron por las calles de Managua, donde se vivió un renacer de las protestas iniciadas el 18 de abril y que pasaron por momentos de duda sobre la conveniencia de seguir adelante o no en la contienda. «Empezamos fuerte, pero tuvimos las bajas de compañeros que fueron asesinados, desapariciones de otros de los que aún no sabemos nada meses después, cientos de heridos, tanto física como psicológicamente, represión, amenazas. Después, hubo momentos de miedo y de duda, pero es claro que hay que seguir», dijo el joven Luis Carlos Chamorro.

El manifestante, quien reconoció la incertidumbre que le invadió a él «y a muchos otros compañeros en ciertos momentos», señaló: «Es la hora de la gente, la hora de Nicaragua, de recuperar lo que nos corresponde, de ser libres, de tener justicia y paz, y eso solo lo vamos a lograr unidos en las calles». Los autoconvocados se mostraron «más convencidos que nunca» de la necesidad de luchar «unidos», de llegar a donde sea necesario y de «reclamar justicia para más de 400 hermanos que dieron su vida por un país mejor para todos».

«Ellos no se merecen que nos quedemos en casa mirando cómo continúan los abusos de un Gobierno que se cree dueño del mundo, dueño del destino de millones de nicaragüenses. Por ellos y por nosotros, vamos a seguir aunque nos cueste la vida», según Chamorro.

NO QUEDARSE EN CASA / Del mismo modo, la estudiante universitaria Sandra Lucía Palacio explicó que las protestas contra el poder «son la nueva revolución en este país» y como toda revolución, continuó, «no se puede hacer quedándose en casa y aceptando todas las injusticias» del Gobierno de Daniel Ortega. Igual que su compañero, confesó el miedo que la invadió y que la mantuvo «casi tres semanas sin salir de casa, llorando y maldiciendo tanta muerte, tanta maldad que ha sembrado este Gobierno, que ni siquiera es legítimo, porque está ahí gracias a unas elecciones manipuladas».