El perfil de Manfred Weber agrada a muchos. Católico practicante de 46 años de edad, este socialcristiano bávaro es conocido por formar parte del ala más europeísta, moderada y conciliadora de la CSU, el partido conservador aliado de Angela Merkel y del que el eurodiputado también es vicepresidente desde el 2015. Dado el hecho de que el cabeza de lista de la formación con más apoyos se convierte en presidente de la CE y la posibilidad de que el PPE ocupe ese espacio debido al deterioro socialdemócrata las probabilidades de victoria de Weber son altas.

Manfred Weber siempre ha sido el más joven de la clase. En el 2003, con tan solo 29 años, se convirtió en el político de menor edad en el Parlamento regional bávaro. En el año 2014, con 42, fue elegido presidente del grupo parlamentario del PPE, siendo así el más joven dirigente de la Eurocámara y de la historia de la alianza conservadora europea. Eso le hace ser visto por sus compañeros como miembro de una nueva generación. Su carrera, siempre ligada a Bruselas, ha sido fulgurante. Un año después de ganarse un escaño en Baviera puso rumbo a una capital europea que siempre ha considerado «su sitio».

En el 2009 sería reelegido por los votantes y escogido como vicepresidente popular en el Parlamento comunitario. De ahí escaló hasta la cima. «Difícilmente hay otro alemán en Bruselas con tanta influencia y tantas conexiones a nivel nacional e internacional», asegura el periodista Holger Romann, quien también lo define como un «estratega silencioso». Defensor del libre mercado, crítico con las ideas de reforma económica propuestas por el presidente francés Emmanuel Macron y partidario de la mano dura con las demandas británicas tras el brexit, el candidato de Angela Merkel para presidir la Comisión Europea también tiene manchas en su historial. A pesar de reafirmarse como europeísta, en sus más de cuatro años al frente del grupo del PPE no ha criticado la pertenencia en su equipo de Fidesz, la formación ultranacionalista, euroescéptica y antiinmigración del primer ministro húngaro Viktor Orbán.

En el año 2013, Weber rechazó un informe que denunciaba la erosión de los derechos democráticos en Hungría asegurando que era un ataque de la izquierda.