Ni crisis de Venezuela, ni diferencias sobre desarme nuclear, ni disputas comerciales. Vladímir Putin y Donald Trump demostraron una vez más que la química que existe entre ambos es a prueba de bombas, capaz incluso de resistir los agrios contenciosos que existen entre sus respectivos gobiernos.

Antes de reunirse ayer en un aparte de la reunión multilateral, y mientras departían con la prensa, no solo se permitieron bromear sobre las acusaciones de injerencia rusa en las elecciones presidenciales de EEUU del 2016, sino que también se echaron unas risas a costa de los periodistas allí reunidos.

Preguntado por los reporteros acerca de si iba a tratar el tema de la interferencia rusa durante la inminente reunión, el líder de la Casa Blanca respondió con ironía. «Sí, lo haré», contestó, provocando una sonrisa meliflua en Putin. Luego, se giró hacia su interlocutor ruso y, apuntándole con el dedo, le espetó: «No interfiera en la elección, por favor». El tono de sorna empleado por Trump daba la impresión de que se estaba tomando a la ligera unas acusaciones que el fiscal especial Robert S. Mueller no solo consideró probadas en su informe sobre el tema, sino que detalló de forma escrupulosa.

Poco después, el mandatario norteamericano intentó congraciarse con su homólogo ruso a costa de los periodistas allí reunidos, llegando a alabar de forma implícita las limitaciones a la libertad de expresión en Rusia y dando a entender que añoraba semejante situación en EEUU. «Hay que deshacerse de ellos; las noticias falsas es un buen término; en Rusia no tenéis este problema, pero nosotros sí», atacó, a lo que Putin respondió en inglés, una lengua que no suele utilizar en público: «También lo tenemos; es lo mismo».

Por lo demás, ambos presidentes abordaron los temas esperados, de los que no se anunció ningún acuerdo: desarme, la guerra de Ucrania y la situación en torno al enclave de Idleb, en Siria. Putin ha invitado a Trump a acudir en mayo que viene a Moscú a ver in situ la parada militar en la que se conmemora la victoria militar rusa sobre la Alemania nazi, a lo que el dirigente estadounidense ha reaccionado «positivamente», según fuentes rusas. En los últimos años, todos los dirigentes occidentales han boicoteado la conmemoración, en la que Rusia hace alarde de su poderío militar, en protesta por la guerra de Ucrania.