La reunión prometía ser definitiva. De ahí, se esperaba, saldría una resolución que pararía la ofensiva del régimen de Bashar el Asad sobre Idleb o la secundaría con ciertas garantías. Ni una cosa ni la otra: los presidentes de Rusia, Turquía e Irán, Vladímir Putin, Recep Tayyip Erdogan y Hasán Rohaní, reunidos ayer en Teherán, prometieron más «colaboración mutua» y acordaron encontrarse de nuevo en Rusia. Poco más.

«Necesitamos más cooperación, pero lo cierto es que no habríamos tenido tanto éxito en Siria si no fuese por nuestra colaboración. Gracias, señores presidentes», dijo Putin a Rohaní y Erdogan. A partir de este punto, los políticos, en sus declaraciones, trufadas de palabras bonitas, empezaron a hacer peticiones más o menos veladas a sus compañeros.

«Creemos en la democracia para el pueblo sirio, y a esta no se llega con la guerra y las invasiones extranjeras», declaró Rohaní. Turquía controla con sus propios soldados tres provincias sirias al norte del país. Asad cataloga su presencia allí como «invasión y ocupación».

De los tres políticos, el que habló más claro fue el presidente turco. «Para combatir a los terroristas que hay en Idleb se tiene que ser paciente y quirúrgico -afirmó Erdogan a Putin y Rohaní-. Por esto, os pido, compañeros, que nos ayudéis. Dejadnos resolver el problema de Idleb a nosotros. Eliminaremos a los grupos terroristas de las zonas clave de Idleb y se las daremos a la oposición moderada». La zona está dominada en más del 60% de su territorio por Hayat Tahrir al Sham (HTS), una milicia cuyo nombre anterior era Jabhat al Nusra: Al Qaeda en Siria.

Después de que todos soltasen sus discursos, Rohaní, el anfitrión, pidió a los demás que, antes de cerrar, si alguien quería añadir algo más, ese era su momento. Erdogan dio la sorpresa: «Señores, el punto tres de nuestra resolución es demasiado diplomático. Propongo que le coloquemos también ‘alto el fuego’. Así quedaría mucho mejor».

Rohaní puso cara de sorpresa; Putin, de enojo. «¿Y quién nos asegura que ellos [HTS] dejarán las armas? Recibimos ataques constantes suyos en nuestras bases», replicó el presidente ruso. Al final, el punto tres de la resolución quedó tan diplomático como antes.

TEMOR A LA OFENSIVA / Los civiles de Idleb y Turquía, mientras tanto, temen la ofensiva. En la región, en la actualidad, viven 2,5 millones de personas; más de la mitad de los cuales son refugiados que han llegado allí huyendo de las demás ofensivas de Asad. De empezar el ataque, se teme otra nueva ola de refugiados.

«La ofensiva significaría una crisis humanitaria terrible. Llegarán millones de refugiados a nuestras fronteras y Turquía ya está por encima de su capacidad», avisó Erdogan, que, de la reunión, eso sí, consiguió que Rusia acepte por escrito que no toda la oposición siria es terrorista.

«Escogemos resistir», eran los eslóganes de las decenas de manifestaciones que ayer se sucedieron en varios pueblos y ciudades de Idleb. La región está poblada casi al completo por gente contraria a Asad.

Estados Unidos exigió ayer a Rusia y a Irán que detengan la ofensiva del Gobierno sirio de Bachar al Asad contra el bastión opositor de Idleb. «El régimen de Al Asad tiene que parar su ofensiva. Rusia e Irán, como países con influencia sobre el régimen, tienen que detener esta catástrofe. Está en su mano hacerlo», urgió ante el Consejo de Seguridad de la ONU la embajadora estadounidense, Nikki Haley. La ONU avisó ayer de que una ofensiva contra de Idleb puede ocasionar una catástrofe humanitaria.