Tras casi dos semanas de desavenencias, Abú Amar (Yasir Arafat) y Abú Alá (Ahmed Qurei) salieron ayer cogidos de la mano en la Mukata, se besaron en las mejillas y escenificaron el fin de la enésima crisis que les ha enfrentado en menos de un año. En virtud del acuerdo, Qurei retira su dimisión como primer ministro y el presidente Arafat entrega, o dice que entrega, un poco de su poder sobre las fuerzas de seguridad palestinas, pero, en realidad, mantiene el control sobre la mayor parte.

Tanto movimiento, tantas reuniones y tanta crisis para acabar diciendo en la puerta de la Mukata: "Agradezco al presidente Arafat su insistencia en rechazar mi dimisión y renovar su confianza en mí". Qurei tendrá autoridad sobre las fuerzas de seguridad internas --la policía, sobre todo--, mientras Arafat mantiene el control sobre las Fuerzas Armadas y el espionaje. Además, el ministro de Interior que tendrá a su cargo la policía en el Gobierno de Qurei es un fiel de Arafat que el rais impuso a su primer ministro.

EL "DOMINIO DE LA LEY" La reunión de ayer entre Arafat y Qurei formalizó un acuerdo que una comisión parlamentaria había cerrado con Arafat la noche anterior. El rais se comprometió a permitir que Abú Alá emprenda, dentro de sus competencias, una serie de reformas que le exige el Consejo Legislativo. "Este es un paso muy importante hacia las reformas y para imponer el dominio de la ley", dijo Hasán abú Libde, el jefe de gabinete de Qurei. Los diputados anunciaron que también lograron arrancar de Arafat el compromiso de luchar de forma decidida contra la corrupción. De hecho, tienen autorización para poner en manos del fiscal general las acusaciones contra los sospechosos de tener las manos sucias.

Un discurso televisado del propio Arafat, para el cual aún no hay fecha, escenificará lo que el presidente palestino pretende que sea el punto final de la crisis que ha azotado a la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Pero el caso es que, más que un cierre, los besos en la mejilla de ayer son un paréntesis. Esta cosmética redistribución de poder --si Arafat esta vez cumple con sus promesas-- no contentará al Cuarteto de Madrid (la ONU, EEUU, la UE y Rusia), como ayer ya adelantó el secretario de Estado de EEUU, Colin Powell.

Además, el acuerdo deja la situación en la franja de Gaza --donde estalló y se desarrolló la crisis-- tal como estaba: los fieles de Arafat controlan una parte de las fuerzas de seguridad y los del exministro Mohamed Dahlán --que mantiene intactas todas sus ambiciones--, la otra.

EXPLANADA DE LAS MEZQUITAS Por otro lado, la policía israelí prohibió ayer el acceso a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén a unos 30 extremistas judíos del grupo Fieles del Templo que pretendían celebrar ayer la festividad del Tisha Bav, en la que se ayuna para conmemorar la destrucción del primer y del segundo templo. La policía impidió la entrada de estos extremistas por el temor de que hubiera enfrentamientos con musulmanes.

La decisión se produce después del que el ministro de Seguridad Pública, Tzachi Hanegbi, alertara de que las fuerzas de seguridad israelís han detectado un aumento de los planes de extremistas judíos para llevar a cabo un atentado contra las mezquitas de Al Aqsa y de Omar.