Las autoridades marroquís militarizaron ayer Alhucemas para impedir que el descontento de los habitantes de esta región enturbie la visita que tiene previsto realizar hoy el rey Mohamed VI. Cientos de policías y antidisturbios fueron desplegados en esta localidad rifeña, adonde llegaron también tres enormes camiones cargados con miles de vallas metálicas que fueron colocadas a lo largo del recorrido por el que debía pasar el monarca. El ministro portavoz del Gobierno, Nabil ben Abdalá, informó de que el monarca se instalará en Alhucemas unos días para "calmar a la población".

Con este despliegue policial, las autoridades pretenden atajar a toda costa la posibilidad de que el rey sufra un desplante de los vecinos de Alhucemas, descontentos ante la desastrosa distribución de la ayuda. Muchos lugareños todavía recuerdan que en 1958, el rey Hassan II, cuando era príncipe heredero, recibió una pedrada durante una visita a la región.

CERRAR EL PASO Para evitar que se repita el incidente, centenares de agentes fueron desplegados en los accesos a la ciudad para cerrar el paso a los descontentos procedentes de regiones rurales. De hecho, el único enfrentamiento violento entre los habitantes y las fuerzas del orden se produjo durante una carga policial en Aydir contra unos vecinos que querían manifestarse en Alhucemas para exigir más ayuda.

Las protestas, cada vez más políticas, han sembrado la inquietud en el régimen y han desviado la atención a las movedizas arenas de la rivalidad entre bereberes y árabes, aunque está todavía por ver si el descontento se impondrá al espíritu feudal de sumisión que impera en la sociedad marroquí y que podría hacer que el rey fuera finalmente aclamado en su recorrido.

El descontento ha perdido gas, ya que, desde la tarde del jueves, la ayuda ha empezado a distribuirse de forma más organizada. Por las carreteras de la provincia circulan decenas de camiones con alimentos y tiendas de campaña. Con todo, siguen produciéndose saqueos de remolques con ayuda humanitaria e incluso fue asaltado un barco. Los vecinos de la ciudad de Alhucemas prefieren dormir en la calle pese a que sus casas permanecen en pie.