Una auténtica rebelión democrática se extendió ayer por todo Estados Unidos, con una participación masiva del electorado, que parecía jugar en favor del candidato demócrata, John Kerry, aunque al cierre de esta edición las proyecciones de las televisiones daban un resultado todavía muy igualado, con una ligera ventaja en votos electorales --155 a 112-- para el presidente, George Bush.

A las 3 de la madrugada, la incertidumbre se seguía manteniendo en los estados considerados clave. Con un porcentaje todavía muy bajo escrutado --entre el 3% y el 5%--, en Ohio, Bush tomaba ligera ventaja y en Pensilvania, la victoria era muy holgada para Kerry, mientras que en Florida, con el 34% contabilizado, el presidente se destacaba.

A lo largo de toda la jornada, las colas no tenían precedentes, lo que parecía jugar a favor del aspirante demócrata, John Kerry, hasta el punto de que el célebre senador Ted Kennedy lo dio por ganador nada más empezar el cómputo. La participación batía todos los récords en los estados bisagra, empezando por el de Florida, donde se preveía que la tasa de asistencia alcanzase el 80% de los votantes registrados.

Una hora y media después del cierre previsto de las urnas, largas colas seguían colapsando los colegios de Miami.

LLAMADAS MALINTENCIONADAS Aunque la responsable de la supervisión de las elecciones en Miami-Dade, Constance Kaplan, aseguró que "todos los votos serán contados y Florida no volverá a ser el hazmerreír del país", lo cierto es que sí se produjeron incidentes en los colegios del estado. Especialmente en West Palm Beach --escenario del caos de hace cuatro años que acabó ante el Tribunal Supremo--, donde los electores negros demócratas denunciaron haber recibido llamadas telefónicas dirigiéndoles hacia mesas erróneas o anunciándoles que su registro electoral había sido anulado.

"Nuestras líneas telefónicas de asistencia están saturadas", reconoció la supervisora electoral del condado de Palm Beach, Theresa LePore, autora de las papeletas mariposa que confundieron a los votantes en el 2000, cuando los resultados finales no se supieron hasta 36 días después de la votación. LePore sigue en su cargo hasta fin de año, a pesar de que en agosto no logró ser reelegida en el puesto. LePore vuelve a ser protagonista porque prohibió a los periodistas dirigirse a los que hacen cola ante las urnas y el reportero James Harry fue detenido a golpes por la policía cuando hacía fotos ante un colegio de Palm Beach.

En todo EEUU, miles de letrados de uno y otro partido --así como de organizaciones independientes-- vigilaban ayer los comicios y presentaron decenas de demandas en los estados bisagra más importantes (Florida, Ohio y Pensilvania). Pleitos que podrían volver a bloquear la proclamación del vencedor si en alguno de esos estados el empate es tan cerrado como lo fue hace cuatro años.

INTIMIDACION A LOS SIOUX En Ohio, los republicanos desplegaron a miles de militantes encargados de interrogar a los votantes de minorías que les parecieran sospechosos de estar fraudulentamente registrados como electores. Los métodos intimidatorios del partido de Bush se hicieron sentir en todo el país. En Dakota del Sur, el magistrado Lawrence Piersol tuvo que dictaminar que los observadores republicanos no podían anotar las matrículas ni seguir a los indios Sioux --partidarios del senador demócrata Tom Daschle-- cuando acudían a las urnas.

El movimiento demócrata Protección del Voto movilizó a decenas de miles de voluntarios que acudieron a los estados bisagra procedentes de todo el país, equipados con cámaras de vídeo y grabadoras, para impedir la intimidación de los votantes.

LA PARTICIPACION En cualquier caso, la avalancha de electores tenía todo el aspecto de beneficiar a Kerry, y todas las cadenas de televisión repetían una y otra vez la palabra mágica turnout (participación). En Florida, el 12% de los electores votaban por primera vez, en su mayoría hispanos no cubanos que apoyan a los demócratas porque les subleva la deficiente asistencia sanitaria pública, el aumento del desempleo y el alza de los precios de la gasolina que han sufrido durante el mandato de Bush.