La cadena árabe de televisión Al Jazira difundió ayer un nuevo vídeo de la británica Margaret Hasán, secuestrada el pasado 19 de octubre en Bagdad, en el que la rehén pide la retirada de las tropas del Reino Unido en Irak. Los secuestradores no parecen haber elegido al azar el momento de divulgar la nueva grabación. Precisamente ayer, 850 soldados británicos se desplazaron desde Basora hasta Hilla, en lo que supone el comienzo del despliegue en la zona controlada por Estados Unidos, que de esta manera puede disponer de más tropas para la ofensiva en Faluya y Ramadi.

"Por favor, liberad a las mujeres detenidas en las cárceles de Irak", dijo Hasán, que dirigía los programas de la ONG Care International en este país en el momento del secuestro. La rehén pidió a los británicos que hagan presión sobre el primer ministro, Tony Blair, para que retire las tropas que mantiene desplegadas.

LLEGADA A HILLA Pero los soldados británicos, lejos de irse, se meten en la boca del lobo. Las fuerzas del Reino Unido salieron por la mañana de la base militar de Shaiba, en Basora, para instalarse en Hilla, escenario de frecuentes combates.

El traslado de las tropas a una zona mucho más peligrosa no ha gustado a la opinión pública británica. Para calmar los ánimos, Blair ha asegurado que se trata de "una operación limitada para un periodo limitado". Sin embargo, ayer tuvo que desmentir a un portavoz del Ministerio de Defensa que, entrevistado por la agencia Reuters, afirmó que las tropas estarían de vuelta en Basora antes de Navidad.

Con la llegada de los británicos a Hilla, EEUU puede reorganizar sus tropas en Irak y reforzar a las unidades que mantienen rodeadas Ramadi y la vecina Faluya, donde supuestamente están atrincherados Abú Musab al Zarqaui y sus hombres. El asalto a estas ciudades puede durar dos semanas.

El Pentágono, por otra parte, informó de que reforzará la presencia de tropas en Irak durante las elecciones, en enero.

JAPON NO CEDE Entretanto, el joven japonés Shosei Koda, secuestrado el lunes por el grupo de Zarqaui, suplicó al primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, que acceda a las peticiones de sus captores. Koizumi anunció ayer que no cederá.