La salida de la Unión Europea no va a suponer que «de repente el país esté lleno de aranceles», sino que más bien «no habrá un gran cambio para personas y empresas», dijo recientemente Tim Hemmings. El ministro consejero de la Embajada británica en España habló en Zaragoza de «certidumbres», en contraste con la opinión de algunos aragoneses que residen en el Reino Unido, que estudian o trabajan. También de los que acaban de regresar. Sin distinción, todos explican que el periodo se está viviendo «con incertidumbre» y poca información. Hay inquietudes y dudas por la falta de certezas sobre qué ocurrirá con su situación personal y laboral, con las correspondientes consecuencias económicas que se abren a partir de esta medianoche, cuando comienza el divorcio a la inglesa que se comsumará con el cierre del 2020.

Adrián Gimeno es el director gerente del Instituto Aragonés de la Juventud (IAJ), que ha impulsado un plan de retorno para los jóvenes talentos. «Los que han solicitado participar en el programa no han puesto como motivo exclusivo el brexit, pero en la mayoría de los casos hablan de incertidumbre», una sensación que puede ayudar a explicar que unas sesenta personas hayan solicitado el regreso desde el Reino Unido en el último año. «Es el colectivo más amplio, por encima de otras comunidades de España y de Alemania».

Más de 2.800 aragoneses viven en diferentes puntos del Reino Unido. Hay casos bien distintos, lógicamente, pero como normal general suelen residir entre cuatro y ocho años en las islas y la horquilla de regreso está entre los 25 y los 35 años. En ambas franjas se encuentra María Lafuente, que ha cumplido 28 y regresó a Zaragoza hace un par de semanas después de pasar en Londres los últimos seis años y medio.

«Llevábamos tiempo meditando salir de Inglaterra, pero sobre todo por agotamiento psicológico, no tanto por el brexit. Es cierto que hay mucha incertidumbre, ni ellos mismos saben explicar muy bien qué pasará. Sí creen que con los europeos no sucederá nada importante, que se arreglará todo con una visa, aunque quizá para otras zonas como Asia todo sea más difícil», dice María, que trasladará su negocio de marketing a España. «Nuestro amigos ingleses están avergonzados por esta decisión, que consideran un retroceso para el país. De hecho, varios han decidido marcharse al extranjero. El mismo día que se votó el brexit, uno dijo: ‘Se acabó’. Y así es, este año se va».

TRISTEZA INGLESA

Andrés Buesa, un zaragozano de 25 años que estudia en la Universidad de Warwick, admite que la salida del Reino Unido de la UE se ha convertido en hilo común de muchas de las conversaciones cotidianas. «Es un tema de conversación habitual, sobre todo entre profesores y alumnos británicos. En general, en la universidad hay mayoría de gente antibrexit y, por lo tanto, sí que se nota cierta tristeza entre los ingleses», dice el aragonés, que cursa un máster de estudios de cine cerca de Birmingham y que opina que no va a haber grandes alteraciones a corto plazo: «Al haber un acuerdo, nada va a cambiar, por lo menos hasta finales de este año. En mi caso particular, que no voy a estar más allá del verano, no me tendría que afectar de ninguna forma. Claro que he mirado si me afectaba la cobertura sanitaria, y por lo menos hasta el final de este año no lo hace. En la universidad tampoco me afecta en cuanto a tasas y creo que al año que viene seguirá igual».

En la misma universidad está haciendo un doctorado Sara Estecha, natural de Valderrobres. «Directamente no nos ha afectado, pero no sé si a la larga cambiarán las tasas de matrícula. Entiendo que como empecé el doctorado cuando Inglaterra estaba en la Unión Europea, esas tuition fees no van a cambiar, pero supongo que después sí lo harán y los europeos tendrán que pagar tres veces más, que es lo que paga la gente de Asia, por ejemplo».

Sí han llegado las primeras secuelas en forma de dinero, de la desaparición de fondos que llegaban de la comunidad. «En cuanto a tema de investigación se ve que el grifo de Europa se está cortando y que muchos proyectos y becas están desapareciendo. Aquí nos va a afectar mucho y la gente está muy intranquila porque, aunque no se han visto los efectos inmediatos, le preocupa mucho los temas de financiación y movilidad. Los efectos superinmediatos no se ven, pero se notarán a la larga porque Inglaterra siempre ha recibido muchos fondos de investigación de la Unión Europea».

«No creo que nos echen a la calle en cuanto llegue el brexit», dice Estecha, que coincide con todos en la inquietud que cruza la realidad económica y social. «Creo que la palabra clave aquí es incertidumbre. No sabemos qué va a pasar y estamos preocupados porque no nos dicen las cosas claras. Bueno, yo cuando termine el doctorado, si no me quieren aquí me iré a otro sitio», explica consciente de las consecuencias que puede tener en los ámbitos económico y laboral.

Adrián Gómez es profesor en Londres, donde reside junto a su pareja, Andrea, desde hace más de un lustro. «No nos va a afectar directamente porque llevamos aquí trabajando más de cinco años. A través de una aplicación te puedes crear el permanent status para poder trabajar y vivir aquí aunque seas de fuera. Es muy fácil. Nadie sabe muy bien cómo van a ser las entradas y salidas del país. Se sobreentiende que nosotros, de alguna manera aunque no sabemos cómo, no tendremos problemas al tener este estatus», explica el zaragozano, que también admite esa incertidumbre, que no temor, por la falta de información. «No sabemos muy bien en qué se van a notar los cambios, aunque tampoco estamos asustados. Es un tema de conversación habitual porque no hay mucha información, pero tampoco ves que la gente esté alterada».