Las fuerzas de seguridad iraquís volvieron a ser ayer el blanco de los insurgentes que apenas dejan un día de respiro en Irak. Un atentado suicida con coche bomba contra una comisaría de policía en la ciudad de Kirkuk, en el norte del país, causó 13 muertos y más de 50 heridos.

La matanza se produjo a las 8.30 horas en la zona de Rahimawa, un barrio kurdo de la ciudad. El kamikaze hizo estallar un coche Oldsmobile de color blanco, cargado con 50 kilos de TNT. Para potenciar el efecto destructivo, el explosivo estaba mezclado con clavos, según explicó el coronel Adel Zain al Abadin Ibrahim, jefe de la comisaría. Todos los fallecidos eran policías kurdos.

Al igual que ocurrió hace poco más de una semana en el asalto contra la comisaría de Faluya, el atentado tuvo lugar justo en el momento en el que se efectuaba el cambio de turno, por lo que muchos policías estaban concentrados frente al edificio. Este hecho contribuyó a que los agentes estuvieran desprevenidos. "Nos cogió completamente por sorpresa. Ni siquiera tuvimos tiempo para disparar una sola bala contra el kamikaze", afirmó Saman Alí, uno de los supervivientes.

SIN PROTECCION Pese a que Kirkuk, una ciudad en la que conviven árabes, kurdos y turcomanos, no está exenta de tensiones, la comisaría del barrio de Rahimawa no estaba fortificada como lo están otras instalaciones iraquís o las bases militares de la coalición ocupante.

Las nuevas fuerzas de seguridad iraquís, tanto la policía como el Cuerpo de Defensa Civil (ICDC), son objeto de una campaña de hostigamiento constante por parte de los insurgentes. El de ayer fue el cuarto atentado de envergadura en las últimas dos semanas contra dichos cuerpos, a los que la resistencia acusa de colaborar con las fuerzas de ocupación. Al menos 250 iraquís han perdido la vida en este tipo de ataques desde el pasado día 1, lo que ha convertido este mes de febrero en el más mortífero en Irak desde la caída del régimen de Sadam Husein, según confirmó ayer un portavoz del Ministerio del Interior.

Armados sólo con desvencijados fusiles kalashnikov, los policías se quejan de que no están lo suficientemente equipados para protegerse a sí mismos y cumplir con su misión. "Está muy claro que las fuerzas de seguridad iraquís no están por ahora capacitadas para hacerse cargo de la seguridad de este país", reconoció ayer el portavoz militar de las tropas de EEUU en Irak, el general Mark Kimmit.

El de Kirkuk no fue el único ataque de ayer contra las fuerzas iraquís. En la ciudad de Samarra, a unos 130 kilómetros al norte de Bagdad, un miembro del ICDC fue asesinado a tiros cuando vigilaba la estación de autobuses. La víctima, Osman Aziz Mohamed, era, además, hermano del jefe de ese cuerpo en la localidad.

En medio de este clima de violencia, los dirigentes políticos intentan hacer avanzar el proceso de transición política. El administrador civil norteamericano, Paul Bremer, se mostró ayer convencido de que el Consejo de Gobierno Iraquí aprobará una ley fundamental antes del próximo viernes.

Algunos miembros del Consejo de Gobierno han expresado sus temores de que no se pueda llegar a esta fecha límite, ya que el organismo se encuentra dividido en varios aspectos de la ley. Uno de ellos es el papel que se atribuirá al islam y otro es, precisamente, la estructura federal del nuevo Irak y el grado de autonomía del Kurdistán iraquí.