Irak vivió ayer una nueva jornada sangrienta y la policía local volvió a convertirse en el blanco fácil de la insurgencia. Al menos 10 iraquís perdieron ayer la vida en Mosul, a unos 400 kilómetros al norte de Bagdad, cuando un coche bomba hizo explosión ante una comisaría de la policía local en el momento en que los agentes recibían su mensualidad. En Bagdad, al menos seis civiles, cuatro de ellos palestinos, murieron en dos ataques con morteros cometidos anoche en el superpoblado barrio de Baladiyat.

El temor a una nueva oleada de atentados se extendió por el país ante la celebración de la fiesta del Sacrificio, en la que los musulmanes conmemoran la disposición de Abraham a matar a su hijo Ismael como símbolo de su sometimiento a Dios.

Era día de paga mensual en la comisaría de Al Zakafa, en el centro de la ciudad. Los agentes policiales se aprestaban a recibir su salario ante la larga festividad musulmana del Sacrificio. Según testigos, la explosión levantó una densa columna de humo y sembró la destrucción en 300 metros a la redonda.

CIUDAD CONFLICTIVA Mosul se ha convertido, junto con Kirkuk, en uno de los lugares potencialmente más conflictivos de Irak. En esta localidad se refugiaron los hijos del depuesto presidente iraquí, Udai y Qusai, y el exvicepresidente Taha Yasin Ramadan, lo que permite entrever que el antiguo régimen iraquí cuenta con numerosos adeptos. El atentado pone sobre el tapete la vulnerabilidad en que se halla la policía iraquí, atrapada entre la insurgencia, que la acusa de colaborar con los ocupantes, y la desconfianza de las tropas norteamericanas.

También en el norte, no lejos de la conflictiva ciudad de Kirkuk, una mina explotó al paso de un convoy militar norteamericano. Al menos tres soldados estadounidenses perecieron. También en Kirkuk, uno de los líderes del Frente Turcomano de Irak fue asesinado a tiros por desconocidos, mientras que uno de sus ayudantes resultó herido grave. El atentado podría echar más leña al fuego del conflicto interétnico existente entre kurdos, turcomanos y árabes en esta localidad petrolera.

Además, la exigencia del liderazgo religioso shií de celebrar elecciones directas a la Asamblea Nacional transitoria ya levanta ampollas. Adnan Pachachi, presidente de turno del Consejo de Gobierno Iraquí (CGI), advirtió de la posibilidad de rechazar las conclusiones de la misión de la ONU que llegará al país, si ésta acepta la posibilidad de celebrar elecciones.

"La ONU hará recomendaciones, no tomará decisiones; tenemos el derecho de aceptarlas o rechazarlas", dijo. Muchos miembros del CGI temen perder sus cargos en unas elecciones por sufragio universal, ya que carecen de apoyo popular.