El revés sufrido por la derecha francesa en la primera vuelta de las elecciones regionales del pasado domingo cuestiona la continuidad del Gobierno conservador y, especialmente, de su primer ministro, Jean-Pierre Raffarin. Los resultados definitivos daban el 40,15% de los votos a la oposición de izquierda (socialistas, comunistas, verdes y radicales) frente al 34,47% logrado por la mayoría gubernamental de la Unión para un Movimiento Popular (UMP) y la centroliberal UDF de Fran§ois Bayrou.

En las cantonales, celebradas simultáneamente, se confirmó la tendencia y la izquierda subió hasta el 45%, contra el 37% conseguido por la derecha. Las negociaciones entre los partidos para acudir unidos a la segunda vuelta se iniciaron ayer y aparentemente ya plantearon ciertas dificultades para la derecha que puede perder el control de seis regiones el próximo domingo.

EL MENSAJE Los votantes, que se movilizaron más de lo previsto en la primera vuelta, lanzaron una "advertencia" al Gobierno, según reconoció ayer la ministra de Defensa, Michele Alliot-Marie, utilizando la misma palabra que el líder socialista Fran§ois Hollande para calificar el mensaje de las urnas. Por su parte, los analistas anunciaron la posible dimisión de Raffarin, sancionado en su propio feudo, la región de Poitou- Charentes, en la que la socialista Segol¨ne Royal tiene prácticamente asegurada la victoria en la segunda vuelta tras conseguir el 46% de los sufragios el pasado domingo.

NO HABRA CAMBIO DE POLITICA Encargado de decidir la eventual salida de Raffarin del Gobierno, el jefe del Estado, Jacques Chirac, se limitó a hacer un llamamiento para que la movilización de los electores se mantenga el próximo domingo. Con las primeras reacciones de Raffarin, que ayer almorzó con el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, parece que el Gobierno no cambiará de política. Así lo daba a entender el diario Le Monde .

La izquierda, que controlaba 8 de las 22 regiones de la Francia metropolitana, puede conservarlas en la segunda vuelta, aunque con dificultades para la emblemática Ile de France, e incluso arrebatar 6 presidencias a la derecha. El retroceso de la extrema izquierda benefició a los comunistas y a los Verdes, que mejoraron los resultados de 1998.

Los resultados del escrutinio confirmaron la implantación nacional de la extrema derecha, que recogió el 16,14% de los sufragios. Le Pen reconoció que el "voto sanción" benefició a la izquierda, "probablemente debido al efecto resaca de los atentados de Madrid", según explicó.