Rusia anunció ayer el establecimiento de una vía para que los milicianos opositores sirios que defienden Guta -asediada por el régimen de Bashar el Asad desde el 2013- y sus familias puedan escapar de la región. A cambio, Moscú pide que Guta sea entregada a Damasco, que en los últimos días, gracias a su ofensiva aérea y terrestre, ha conquistado más de un tercio de la zona. Las dos grandes milicias opositoras de Guta -las islamistas Jaish al Islam y Failak al Rahman- no contestaron.

De hecho, aseguraron que Rusia no les había dicho nada. «Lo que hace Moscú es intensificar aún más la ofensiva y obligar a la gente a escapar. Es un crimen», dijo a Reuters el portavoz de Failak al Rahman, Wael Alwan, que vive en Turquía.

En las últimas dos semanas, Asad y Rusia han masacrado con bombardeos a la población de Guta. Desde el 18 de febrero, 780 civiles han muerto y hay más de 3.000 heridos. Médicos Sin Fronteras, cuyos hospitales han sido bombardeados, asegura que los heridos, sin medicinas ni tratamiento, también acaban muriendo. La gente vive encerrada en sus sótanos.

Solo el lunes murieron 80 civiles. Y ello pese a que la «tregua humanitaria» que estableció Rusia la semana pasada está en vigor y la ONU demandó hace 10 días un alto el fuego.

Pero es que a los civiles nadie les ha hecho mucho caso. El lunes, un convoy de la ONU con ayuda para civiles intentó entrar en Guta. Lo hizo (casi vacío, ya que Asad le había retirado todas las medicinas y equipo médico), pero tuvo que marcharse al cabo de pocos minutos. De los 46 camiones que entraron en la región, solo dos pudieron vaciar su carga: los bombardeos lo hicieron imposible, dijo ayer la Organización Mundial de la Salud, que asegura que intentará volver a entrar mañana.

Por otra parte, los 39 ocupantes de un avión de transporte militar ruso murieron ayer al estrellarse el aparato cuando iba a aterrizar en la base de Hmeimim, en la provincia de Latakia.