Una tormenta perfecta se cierne en las próximas horas y días sobre las relaciones entre EEUU y Rusia, una tempestad que incluso podría incluso superar de largo a las múltiples escaladas verbales vividas entre Washington y Moscú durante los momentos álgidos de la guerra fría del siglo XX. Tras llamar a consultas a su embajador en la capital norteamericana, el Kremlin medita la respuesta a las acusaciones del presidente Joe Biden calificando de asesino a su homólogo ruso, Vladímir Putin. Eso sí, por boca de su portavoz, Dmitri Peskov, la presidencia rusa ya ha prevenido que semejantes descalificaciones entre los líderes de las dos superpotencias nucleares "jamás en la historia" habían sido empleadas con anterioridad.

"Yo no voy a reaccionar de forma prolija a esto; solo digo que son unas declaraciones muy malas del presidente de EEUU", ha arremetido el vocero presidencial en su brifin diario con periodistas. "De forma evidente, no quiere mejorar las relaciones con nuestro país; a partir de ahora, nosotros procederemos de esta forma", ha advertido, sin precisar por el momento ninguna medida concreta de represalia. Tampoco ha aclarado si será el propio líder del Kremlin en persona quien responderá en persona a Biden.

Una explicación

Por su parte, Maria Zajárova, portavoz de Exteriores, ha pedido, en declaraciones realizadas al programa '60 Minutos' una explicación a de la parte estadounidense. "¿Por qué siempre debemos traducir de su lenguaje de pájaro, extraño e incomprensible al lenguaje normal'?", se ha cuestionado con sarcasmo. Posteriormente, ha invitado a los periodistas rusos o norteamericanos a preguntar en futuras comparecencias del presidente norteamericano ante la prensa qué es lo que en concreto "quería decir" durante la polémica entrevista televisada. Konstantin Kosachov, vicepresidente del Consejo de la Federación, la Cámara alta del Parlamento ruso y considerado muy próximo a Putin, ha exigido "una disculpa" pública: "Semejantes declaraciones no son aceptables en ninguna circunstancia".

Tras la llegada de Biden a la Casa Blanca, los intercambios de reproches y las crisis entre representantes estadounidenses y rusos no han hecho más que multiplicarse. La reciente publicación de un informe de los servicios estadounidenses de inteligencia en el que se acusaba a Rusia de intentar influir en el resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses a través de "personalidades cercanas" al expresidente Donald Trump no ha hecho más que empeorar las cosas. Biden ha prometido que Moscú "pagará" la injerencia. Todo ello, además, coincide con la polémica en torno al envenenamiento del líder opositor ruso Aleksei Navalni, cuya responsabilidad última recae, según las agencias de inteligencia occidentales, en el mismo presidente ruso.