El Gobierno de Rusia acaba de materializar sus insistentes amenazas de introducir por vez primera la censura en las redes sociales extranjeras que funcionan en el país. Roskomnadzor, el ente estatal que regula las telecomunicaciones, ha anunciado este miércoles que ralentizaba la velocidad de Twitter en territorio ruso, justificando su decisión en la negativa de la plataforma a borrar contenidos “pornográficos”, que “incitan al suicidio” o al “consumo de drogas” entre los adolescentes. Oenegés independientes del sector consideran que la medida, en realidad, está relacionada con las recientes protestas en Rusia a favor de la liberación de Alekséi Navalni, cuyos asistentes se comunican y difunden lo sucedido a través de ésta y otras aplicaciones de internet.

Según el órgano estatal ruso, la decisión tiene como “objetivo” la defensa de “los ciudadanos rusos y el cumplimiento de los servicios de internet con la legislación rusa”. Afectará a fotos e imágenes, no a textos, y se aplicará “en un 100% en los dispositivos móviles” y en un “50% en los dispositivos fijos” como ordenadores. El comunicado incluye una grave advertencia que incluso cuestiona el futuro de la red en Rusia: “En el caso de que continúe ignorando la legislación rusa, las medidas dictadas serán prolongadas de acuerdo con las regulaciones de respuesta, hasta el bloqueo” total.

Artiom Kozhliuk, de la oenegé Roskomsvoboda, especializada en la defensa de los derechos de los usuarios de internet, califica de "patraña" las justificaciones esgrimidas por el organismo gubernamental. "Las razones son solo políticas: a través de las redes sociales extranjeras son convocadas marchas y protestas, se difunden investigaciones sobre la corrupción...", sostiene el activista en declaraciones a EL PERIÓDICO. Kozhliuk augura una escalada de este tipo de medidas sancionadoras, ya que descarta que las redes sociales extranjeras, "por cuestión de prestigio", vayan a acceder a los verdaderos deseos del Gobierno ruso, que "suprimir los contenidos políticos"

En el punto de mira

Las principales redes sociales estadounidenses, cada vez más proactivas a la hora de atajar tentativas de desinformación, llevan ya meses en el punto de mira de las autoridades rusas. Y no solo por razones vinculadas a la política interna rusa, sino también por actuaciones durante las tensas semanas posteriores a las elecciones presidenciales en EEUU y por las limitaciones que están imponiendo a la difusión de mensajes de personajes rusos considerados como propagandistas y transmisores de desinformación.

“No son solo gigantes económicos, rivalizan con el Estado… restringen el derecho natural de la gente a decidir cómo viven y qué opinión expresar”, acusó el presidente Vladímir Putin en su intervención por videoconferencia ante el Foro de Davos, en una velada referencia al veto que acababan de imponer Facebook, Instagram o Twitter al expresidente Donald Trump tras haber incitado éste a sus seguidores a tomar por la fuerza el Congreso.

Además, diputados rusos y altos funcionarios han venido pidiendo de forma reiterada a su Gobierno que actúe contra Twitter y otros gigantes del sector estadounidenses radicados en Silicon Valley, después de que cuentas proKremlin hubiesen sido bloqueadas por las plataformas correspondientes debido a su contenido propagandístico. El impacto de la ralentización de Twitter en Rusia será, por el momento, reducido, ya que solo cuenta con alrededor de 700.000 usuarios activos. Eso sí, la medida constituye una escalada en el creciente pugna en el ciberespacio entre EEUU y Rusia.

La decisión, además coincide con un suceso que sembró la alarma en el Gobierno ruso durante la mañana. Poco después del anuncio de la restricción a Twitter, los ordenadores de importantes instituciones estatales como el Kremlin, varios ministerios, la Duma y la Fiscalía dejaron de funcionar durante una hora, lo que provocó especulaciones sobre un posible ataque informático desde EEUU en represalia por el hackeo masivo a instituciones estadounidenses. Sin embargo, la avería también podría estar relacionada con la actuación de Roskomnadzor contra Twitter. Algo similar sucedió cuando este organismo intentó en el 2018 bloquear la red social Telegram.