¿Un nuevo parche para salir del paso y superar la crisis actual a la espera de una nueva escalada bélica en el norte de Siria? Esta pregunta rondaba insistentemente por la cabeza de los observadores después de las más de seis horas de reunión que han mantenido este jueves en Moscú el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y su homólogo de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. Ambos mandatarios han acordado un nuevo alto el fuego que entraría en vigor al cabo de unas horas, en concreto a partir de la medianoche del viernes, además de crear una zona de seguridad alrededor de la estratégica carretera M4, que une las ciudades de Damasco y Alepo, en manos de las fuerzas gubernamentales. Patrullas conjuntas rusoturcas velarán por la seguridad de esta importante vía de comunicación.

Los prolegómenos del encuentro no garantizaban que la cita culminaría con algún tipo de acuerdo, dadas las importantes diferencias que separaban a ambos países y los recelos existentes. Ni siquiera estaba asegurado que hubiera una rueda de prensa conjunta tras las negociaciones, después de semanas de intercambiar graves acusaciones y culparse mutuamente de no respetar acuerdos previos. Finalmente, Erdogan y Putin se han avenido a realizar una declaración conjunta ante la prensa, en la que no aceptaron preguntas, y han emitido un comunicado en el que se han comprometido a "continuar" los esfuerzos para estabilizar la situación.