Samia Suluhu Hassan se ha convertido este viernes en la primera mujer presidenta en la historia de Tanzania y la segunda en el continente africano. Con 61 años, la mujer, nacida en el archipiélago de Zanzíbar, llega al poder después de la repentina muerte de John Magufuli, de quien fue vicepresidenta. La Constitución del país indica que, en caso de fallecer el presidente, su vicepresidente debe sustituirle y terminar el mandato. Es por ello que Hassan gobernará el país hasta 2025, ya que Magufuli había sido reelegido en las elecciones del pasado 28 de octubre.

Vestida con un 'hiyab' rojo, Hassan ha jurado su cargo sobre el Corán en una ceremonia celebrada en la Casa del Estado en Dar es Hassan, la capital comercial del país. Durante su investidura, la nueva presidenta ha dado un breve discurso frente a una multitud mayoritariamente masculina que incluía a dos expresidentes y a numerosos oficiales uniformados. "No es el momento de señalar con el dedo, sino de darnos la mano y avanzar juntos", ha declarado.

La mandataria estudió Economía en la Universidad de Manchester y ocupaba la vicepresidencia desde 2015, cuando Magufuli llegó al poder. Este último hubiese preferido llevar al exministro de Defensa Hussein Mwinyi como segundo, pero el partido le animó a escoger a una mujer. Después la mantuvo en el puesto para conseguir la reelección. Desde la vicepresidencia, Suluhu Hassan se encargaba de temas relacionados con medio ambiente o trabajo. Este sábado deberá fijar una nueva hoja de ruta para su Gobierno y escuchar las propuestas de su partido para el nombramiento de su vicepresidente.

Un nuevo capítulo

La muerte de Magufuli no ha estado exenta de polémicas pues, mientras que desde su Gobierno se aseguraba que su fallecimiento se debe problemas cardiacos, el principal líder de la oposición, Tundu Lissu, señaló este jueves que Magufuli murió por culpa del covid. El presidente había sido un gran negacionista de esta enfermedad, pero tras su desaparición de la esfera pública el 27 de febrero se había especulado con la posibilidad de que estuviese buscando asistencia médica en el extranjero tras infectarse con el virus.

Lissu, exiliado en Bélgica, considera a Magufuli como el "líder más violento y titánico en la historia de Tanzania". Por su parte, Human Rights Watch (HRW) ha denunciado el "legado de represión y graves abusos contra los derechos humanos" que ha dejado el mandatario. Desde su llegada al poder, decenas de personas han sido encarceladas por sedición y blasfemia. Además, de negar el covid, Magufuli emprendió una cruzada contra el colectivo LGBTI, no permitía que las niñas embarazadas acudiesen a la escuela, estaba en contra de los anticonceptivos y limitó la libertad de prensa.

HRW insiste en que este cambio en el poder supone una nueva oportunidad para que Tanzania revierta una "trayectoria negativa de los derechos humanos" así como una ocasión para revivir su democracia. "El nuevo Gobierno tiene ahora una oportunidad de terminar con prácticas polémicas del pasado", señala Otsieno Namwaya, director de la organización para la zona este de África.