El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez ha debutado este jueves por la tarde ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, principal ágora mundial de la diplomacia. Lo ha hecho con un discurso guiado por un compromiso de su ejecutivo con los valores de la organización, por el multilateralismo y por un humanismo del siglo XXI. Y en el arranque ha hecho una declaración de intenciones con sentido global que, con palabras similares, ha estado usando en los últimos cuatro días en Nueva York para explicar la postura de su gobierno ante la relación con Catalunya,

Este tiempo no requiere de mensajes nacionalistas o excluyentes, ha dicho. Es el momento de forjar un nuevo liderazgo cooperativo desde la voluntad, no solo de escuchar al otro, sino de entender el porqué de sus razones; de asumir, con un profundo sentido de la empatía que nadie, por si solo, tiene el monopolio de la verdad. Necesitamos liderazgos capaces de construir consensos y forjar acuerdos, de encontrar soluciones aprovechando sinergias.

En cualquier caso el foco de la intervención, que ha realizado en español, una de las seis lenguas oficiales de la ONU, ha estado centrada en presentar a España y a su gobierno como una fuerza de progresismo. De hecho unas de sus primeras palabras han sido para felicitar a Maria Fernada Espinosa, la ecuatoriana que es primera mujer latinoamericana que preside la Asamblea. Soy un político feminista, ha declarado Sánchez. Este es el tiempo de las mujeres.

En las antípodas de Trump

Como muchos de los otros líderes mundiales que han tomado el podio antes que él estos días, Sánchez se ha situado en las antípodas del discurso aislacionista y patriotero que ofreció el martes Donald Trump. Ha comprometido a España, por ejemplo, con la lucha contra el cambio climático, con la Agenda 2030 que marca objetivos de desarrollo sostenible y ha defendido la Corte Penal Internacional que Trump ha asaltado, diciendo que su trabajo es irremplazable.

Sánchez también ha marcado claras diferencias no solo con Trump sino también con países europeos donde se está azuzando el odio al inmigrante, denunciando a quienes ven como la única receta ante las incertidumbres de nuestro tiempo el retorno a la falsa calma de las fronteras y la renuncia a la acción colectiva. Ya sabemos a dónde conducen esas ideas, ha añadido.

Reconociendo que no hay atajos ni soluciones inmediatas para desafíos como la crisis de los refugiados y las migraciones, Sánchez se ha mostrado orgulloso de la sociedad española, asegurando que no se ha dejado radicalizar al calor de un discurso xenófobo y basado en la cultura del miedo al diferente y ha recordado el caso de la acogida del 'Aquarius', explicándolo tanto porque la legislación internacional lo exige como porque es un imperativo moral. Y ha explicado que frente a la imagen de países fortaleza, de narrativas excluyentes y xenófobas reivindica ideas de solidaridad, humanidad y respeto.

Gibraltar y el Sáhara

Como siempre sucede en los discursos de España ante la ONU, Sánchez también ha abordado ante la Asamblea la situación de Gibraltar. En su caso, ha mostrado su deseo de que se aproveche el Brexit para que la nueva relación (...) aporte prosperidad y beneficie a toda la región, a los gibraltareños y al área más amplia del Campo de Gibraltar. Y respecto al Sáhara Occidental, ha mostrado la voluntad de colaborar para alcanzar una solución política, justa y duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental.

El mensaje final de Sánchez ha sido defender España como una democracia plena que celebra el 40 aniversario de la Constitución comprometida con una renovada apuesta por el multilateralismo y ha aspirado a que la próxima década represente la victoria del consenso y la derrota de quienes solo pretenden escuchar su propia voz. Y se ha despedido citando a León Felipe: Lo que importa no es llegar solos y los primeros, sino llegar todos juntos y a tiempo.