El expresidente de Francia Nicolas Sarkozy abandonó hoy su domicilio parisino y se dirigió a su oficina tras reunirse durante cerca de una hora y media con su abogado, Thierry Herzog, después de que ambos fueran imputados por corrupción durante la pasada madrugada.

Sarkozy, que ayer declaró ante la policía y en calidad de detenido durante 15 horas antes de ser imputado por los jueces de instrucción por "corrupción activa", tráfico de influencias y encubrimiento de violación del secreto de sumario, se dirigió en coche a su oficina, situada en el centro de la capital.

El expresidente (2007-2012), primer antiguo jefe del Estado francés obligado a prestar testimonio como detenido, no ha hecho declaraciones, ni ayer al entrar y salir de la sede de la policía judicial ni tampoco esta mañana.

Su entorno, sin embargo, rechaza la validez legal de las escuchas telefónicas que han provocado su imputación pues entienden que violan el derecho de confidencialidad que existe entre un abogado y su cliente.

A través de esas escuchas judiciales, los investigadores deducen que Sarkozy y su letrado recibían de parte de un alto magistrado -también imputado- filtraciones sobre instrucciones en curso contra el político conservador.

Además, sus allegados denuncian un complot para evitar el regreso de Sarkozy a la escena política, con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 2017.

De ser declarado culpable por el delito de tráfico de influencias, Sarkozy podría ser condenado a una pena máxima de diez años de cárcel y 150.000 euros de multa (unos 205.000 dólares)