La incertidumbre se adueñó ayer de Manila. El ciudadano filipino Angelo de la Cruz, de 46 años, secuestrado cerca de Faluya (Irak) el jueves, continuaba anoche retenido por los radicales, pese a que durante varias horas sus paisanos habían invadido las calles de su país para celebrar una liberación que fue anunciada por el Gobierno de la presidenta Gloria Macapagal Arroyo.

La frustración llegó tres horas después de que el Ejecutivo de Manila asegurara que De la Cruz estaba siendo trasladado a un hotel de Bagdad por un grupo de mediadores. Los radicales desmintieron la liberación en un comunicado leído en la televisión Al Jazira en el que aseguraban: "El rehén seguirá secuestrado y tratado como un prisionero bajo las normas del islam hasta que el último soldado filipino deje Irak como muy tarde el 20 de julio... o será ejecutado". "Damos al Gobierno de Filipinas 24 horas adicionales que acabarán hoy a las 20.00 horas para que nos demuestre que se retirará".

Durante la tarde de ayer Manila insistió en su total sometimiento a la ONU y recordó que su escasa presencia en Irak, con sólo 50 soldados, desaparecerá, como estaba previsto, el próximo 20 de agosto, cuando expira el compromiso alcanzado con Estados Unidos.

LA SUPLICA Ayer por la mañana, la cadena qatarí emitió un vídeo en el que De la Cruz rogaba el repliegue de los soldados filipinos para no ser decapitado. "Le suplico a la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo, que retire las tropas".

Respecto a los dos conductores búlgaros secuestrados nada se sabía ayer. La cadena qatarí Al Jazira emitió otra cinta en la que ambos aparecían frente a unos encapuchados que dijeron pertenecer a Jamat al Tawhid wal Yihad (Batallones para la Unificación y la Guerra Santa), liderado por Abú Musab al Zarqaui, representante de Al Qaeda en Irak.

Los secuestradores del conductor egipcio, retenido desde el sábado 3, han pedido un millón de dólares al propietario de la compañía para la que trabaja. El empresario, un saudí llamado Faisal al Neheit, explicó a Reuters que ha recibido varias llamadas en las que los extremistas le piden el dinero, la última el viernes. "Les he dicho que puedo ayudarles a liberar a hermanos musulmanes, pero que yo no puedo pagar esa cantidad de dinero", afirmó.

Por otro lado, un grupo de insurgentes destruyó un tramo del oleoducto que transporta gas desde la ciudad septentrional iraquí de Kirkuk a la central de Beiji, en el centro del país, informó ayer Ahmed al Hassan, director de Seguridad de la Compañía de Gas del Norte.