El Gobierno de Corea del Sur seguirá adelante con sus planes de enviar a 3.000 militares a Irak a pesar de la amenaza de los activistas de Al Qaeda de decapitar al ciudadano surcoreano Kim Sun-il, de 33 años, si lo hace. La televisión surcoreana mostró en repetidas ocasiones al rehén, traductor de árabe, rogando por su vida. El plazo dado por los secuestradores se cumplía ayer.

"No habrá ningún cambio en nuestra posición", declaró en tono firme Choi Young-jin, viceministro de Exteriores de Corea del Sur. Choi preside un comité de crisis para seguir el secuestro. La decisión de mandar soldados a Irak tomada por el Gobierno surcoreano se realizó tras meses de protestas populares. "El propósito de enviar tropas es ayudar a los iraquís a reconstruir su economía; no van a a tomar parte en ninguna operación militar", puntualizó el ministro de Exteriores, Ban Ki-moon.

ALIADO DE EEUU EN LEJANO ORIENTE Corea del Sur es el principal aliado de EEUU en Lejano Oriente. Washington mantiene en territorio surcoreano a alrededor de 37.000 soldados estadounidenses como fuerza de disuasión ante un posible ataque militar del régimen estalinista de Corea del Norte.

La familia del rehén salió al paso de la negativa gubernamental y pidió públicamente a sus autoridades que se avinieran a negociar: "Hay que liberarlo a través de la negociación; debe ser salvado; mi vida se acaba sin él", dijo su padre.

Una delegación oficial surcoreana tenía previsto llegar ayer a Jordania con el objetivo de intensificar los esfuerzos para liberar al rehén.

DECAPITACION EN MAYO Sus captores, según un cartel que podía leerse en el vídeo, pertenecían a Jamaat al Tawhid, el grupo encabezado por Abú Musab al Zarqaui, considerado por la coalición como el líder de Al Qaeda en Irak. Se cree que Zarqaui decapitó con sus propias manos a Nicholas Berg, de EEUU, en mayo.

Por otra parte, cuatro soldados norteamericanos resultaron muertos en Ramadi, al oeste de Bagdad, en un ataque cuyos detalles no fueron explicados por los portavoces estadounidenses. El incidente elevó a 619 los muertos militares de EEUU desde el inicio de la guerra.