Yihad, de 30 años, conduce su taxi entre las calles de una Ramala llena de retratos de Yasir Arafat, que funciona con el ritmo cansino del Ramadán. Yihad se refiere al líder palestino con su nombre de guerra, Abú Amar, critica a los nombres que suenan como su sucesor y remata su discurso con una frase que le sale de dentro: "Si Abú Amar se muere, nos morimos todos los palestinos".

Ramala vivió ayer con tristeza y preocupación las noticias sobre el estado de salud del presidente palestino. Tristeza por la evidente decadencia de su leyenda viva, preocupación por lo que les depare un futuro sin la figura que ha liderado la lucha del pueblo palestino durante 50 años. "Arafat es nuestro padre. La gente no quiere a ninguno de sus posibles sucesores porque la gente sólo quiere a Abú Amar", explica Amín, un camarero de 26 años.

Amín es de los que cree que, sin Arafat, las facciones palestinas caerán en una lucha interna por el poder que castigará aún más a la población. En Gaza y Cisjordania, los sentimientos eran ayer similares a los de Ramala.

No hubo manifestaciones de apoyo, sino una espera tensa. Es difícil encontrar a un palestino que se sienta optimista. Hay quienes temen la disolución de la ANP, o que EEUU les imponga un líder a lo Iyad Alaui o Hamid Karzai. "Si Maruán Barguti estuviera libre, sería a quién la gente querría como su nuevo líder", soñaba ayer en voz alta Amín.