Un año después de haberse instalado la Asamblea Constituyente con el propósito de salvar la paz, ya se sabe que el 2018 cerrará con una caída del 15% del PIB en Venezuela. La era Maduro, si se cuenta su primer y accidentado Gobierno, suma, de esta manera, una retracción de su economía casi del 50%, de acuerdo con los cálculos de la oposición. El salario mínimo es de 1,4 dólares (1,2 euros). El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica para el 2018 una inflación de 1.000.000 %.

Venezuela tiene una deuda de 170.000 millones de dólares (146.777 millones de euros) que es impagable y reservas internacionales por unos 9.000 millones (7.770 millones de euros), las más bajas de las últimas dos décadas. Su economía depende en un 95% de las exportaciones petroleras. El proceso de desindustrialización ha sido tan profundo que debe importar hasta la leche y la harina. Segundos antes de que se escuchara el estampido cerca del palco y concluyera la transmisión por todas las televisiones, públicas y privadas, Maduro recordaba a los venezolanos que, en medio de semejante precariedad, el Gobierno no podía seguir sosteniendo los subsidios a la gasolina. «Hago una llamada a la Venezuela honesta y trabajadora», decía. Una semana antes había hecho otro reconocimiento semejante. «Aquí la gasolina no vale nada. Pero decir eso es mentira, sí vale mucho: la paga el Estado. Tenemos que ir a un uso racional, justo», aseveraba.

Precios irrisorios

Los venezolanos no consiguen pasta de dientes ni papel sanitario pero pagan por un litro de gasolina de 95 octanos seis bolívares en un país donde un dólar se cotiza en el mercado negro a 3.651.126 bolívares. El subsidio no beneficia a todos por igual. De acuerdo con el portal Prodavinci, un 27% de esa gasolina llega a la población sumergida en la pobreza, otro 26% a los sectores de mayores ingresos y alrededor de 45% a manos de los contrabandistas que la revenden, principalmente en Colombia.

Y lo que se le ocurrió por estas horas al presidente para enderezar un entuerto imposible habla más de cómo se entrelazan los dislates políticos y económicos. En adelante, dijo Maduro, el suministro se regulará a través del llamado carnet de la patria, una tarjeta electrónica que da acceso a los bonos y cajas de comida que reparte el Gobierno. «Todas las personas que tengan un coche, una moto, el transporte público de pasajeros, el transporte público de carga, todo el que tenga un vehículo automotor debe acudir el viernes tres, sábado cuatro y domingo cinco de agosto a los lugares que se van a anunciar para el gran censo nacional automotor. Para una nueva política nacional energética, vinculada al carnet de la patria, el que no tenga el carnet de la patria se lo vamos a sacar», añadía le dirigente.

Venezuela quiere ver la luz al final de un túnel de postergaciones, pero hasta para eso sufre, ante la falta de suministro eléctrico.