Nicola Sturgeon ve la independencia en Escocia al alcance de la mano y quiere un referéndum tan pronto como el próximo año. "Escocia es ahora una nación a punto de hacer Historia. La independencia está claramente a la vista. Con un objetivo común, de humildad y de mucho trabajo, nunca he estado más segura de que lo lograremos", declaró en la apertura del congreso, este año virtual, del Partido Nacional Escocés (SNP) . "Nuestro principal objetivo debe seguir siendo la eliminación de nuestro territorio del covid-19. Escocia debe estar preparada para lo que venga después", señaló dirigiéndose a los delegados desde su casa en Glasgow. "Los escoceses tienen el derecho a elegir su futuro. Esforcémonos en construir un futuro mejor para ellos y para generaciones futuras", añadió.

Sturgeon quiere que el nuevo referéndum de independencia tenga lugar durante la próxima legislatura del Parlamento autonómico escocés, que arranca en mayo. Ese mes está prevista la celebración de elecciones locales y regionales en distintas partes del Reino Unido, incluida Escocia, en las que el SNP parte de nuevo como partido favorito. "El referéndum por muchas razones debe tener lugar en la primera parte de la nueva legislatura" subrayó la ministra principal durante una entrevista a la BBC. Sturgeon había prometido ya en septiembre anunciar antes de las elecciones autonómicas los términos y la fecha del segundo referéndum.

Presión irresistible

La urgencia de los independentistas augura un choque con el gobierno central. El SNP logró en las elecciones generales de diciembre un resonante triunfo haciéndose con 48 de los 59 escaños que les corresponden a los diputados de Escocia en el Parlamento de Westminster. Desde entonces sucesivos sondeos muestran que hay una mayoría de escoceses a favor de la independencia.

Sturgeon proclama que, si en mayo hay una clara victoria del SNP, la presión para celebrar un nuevo referéndum será "irresistible". Boris Johnson repite sin embargo que no autorizará una nueva consulta. Constitucionalmente son el primer ministro y elParlamento británico quienes tienen potestad para autorizar el referéndum.

El desacuerdo es aún mayor dada la figura del actual premier y jefe de los conservadores, personaje enormemente impopular entre los escoceses. Johnson echó aún más leña al fuego cuando hace un par de semanas calificó de "desastre" y "error" la devolución de poderes a Escocia en 1999, durante el gobierno del laborista Tony Blair. El comentario le valió ser acusado de desconocer la realidad política de lo que se cocía en aquellas tierras y el sentir de sus ciudadanos.

Brexit y pandemia

El Gobierno británico se aferra al argumento de que tanto Sturgeon, como su predecesor, Alex Salmond, describieron el referéndum en el 2014 como "uno en una generación". El resultado fue de 55% frente a 45% a favor de la permanencia. Los defensores de la unidad del Reino Unido convencieron entonces a muchos votantes alegando que mantener las cosas como estaban garantizaba la permanencia de Escocia en la Unión Europea.

El país está ahora a poco más de un mes de dejar la UE de la manera más desastrosa imaginable, en contra del voto de los escoceses en aquel otro referéndum del brexit. Además de eso, frente a la errática y cuestionada gestión de la pandemia por parte de Johnson, en octubre un sondeo Ipsos Mori mostraba un fuerte respaldo a la de Sturgeon, con un 72% de satisfechos entre los encuestados.

Desafío legal

La gran pregunta es qué hará la líder escocesa si Johnson mantiene su oposición. El ala más radical del SNP presiona para que presente una estrategia y elabore un Plan B. La diputada del SNP Joanna Cherry ha pedido que el Parlamento escocés tramite la legislación para celebrar el referéndum incluso aunque el Gobierno británico se niegue autorizarlo. Cherry, que es también abogada, ve inevitable un desafío legal.