Espero que los jueces de La Haya entiendan el mensaje. Si la valla alrededor de Jerusalén estuviera acabada, no habría habido un ataque hoy". El ministro de Justicia israelí, Tommy Lapid, resumió así la situación creada con la masacre que un suicida palestino provocó ayer en Jerusalén. Al menos ocho israelís murieron y otros 60 resultaron heridos cuando el activista se inmoló en un autobús en el barrio de Rehavia, en vísperas de la sesión que hoy celebrará el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) en La Haya para dictaminar si el muro que Israel está construyendo en Cisjordania es legal.

Como ha ocurrido en incontables ocasiones durante la Intifada, la resistencia palestina causó una matanza de civiles en un momento diplomático crucial. A las 8.30 de la mañana, el autobús de la línea 14 de la compañía Egged estalló a escasos metros de una gasolinera.

PORTAVOCES En el mismo escenario del atentado, los portavoces gubernamentales israelís empezaron a relacionar el atentado con el juicio de La Haya sobre el muro, una barrera que Israel califica de "medida antiterrorista". "El terrorismo palestino está construyendo un muro muy alto entre los dos pueblos que será muy difícil de desmantelar", dijo Edwin Jabo, un portavoz. Jabo explicó que esta semana las fuerzas de seguridad abortaron 40 intentos de ataque y que se encontraban en estado de máxima alerta. Por desgracia, el activista procedente de una aldea de Belén que se inmoló ayer no fue interceptado. Según la radio israelí, el guarda de seguridad del autobús registró el vehículo y se apeó tres paradas antes del lugar de la explosión.

Lapid fue uno más de los políticos israelís que, como una sola voz, utilizaron la masacre para justificar la construcción del muro. El presidente israelí, Moshe Katsav, declaró que "los grupos terroristas, y no Israel, son quienes deberían ser juzgados en La Haya", mientras que el ministro de Salud, Dan Naveh, optó por la vía emocional: "El día en que el TIJ iniciará sus deliberaciones sobre la valla, nosotros estaremos enterrando a nuestras víctimas". En el consejo de ministros semanal, el titular de Defensa, Shaul Mofaz, afirmó que el atentado suicida estuvo motivado por el juicio, ya que "los terroristas pretenden demostrar que la valla no es eficaz, lo cual no es cierto".

JARRO DE AGUA FRIA En la Autoridad Nacional Palestina (ANP) el atentado fue recibido como un jarro de agua fría para sus esfuerzos en La Haya. La oficina de Yasir Arafat condenó el ataque y acusó a sus responsables de haber elegido el momento de forma "deliberada para herir la campaña contra el muro". El primer ministro, Ahmed Qurei, hizo un llamamiento para detener "estas acciones que dan a Israel una excusa para continuar con el muro".

Tal vez por esta repulsa generalizada a la coincidencia entre el atentado y las deliberaciones del TIJ, las Brigadas de Mártires de Al Aqsa construyeron ayer un monumento a la confusión. En un primer momento, asumieron la autoría del atentado en un comunicado en el que se afirmaba que el muro no impedirá ataques. Horas después negaron haber cometido el ataque, del que dijeron que sólo es útil para "los intereses propagandísticos de Israel".

En cualquier caso, parece dudoso, por la misma inminencia del juicio, que Israel responda con dureza. Así lo descartaron fuentes gubernamentales tras una reunión entre Mofaz y el primer ministro, Ariel Sharon. Ayer, Belén estaba cerrada y la familia del suicida vaciaba su casa en previsión de la habitual demolición.