EEUU es uno de los escasos países que todavía ejecuta a menores, pero ayer el Tribunal Supremo comenzó a evaluar si la aplicación de la pena capital a quienes cuentan menos de 18 años es un castigo cruel e inhumano y, por lo tanto, anticonstitucional.

Ejecutar a menores, como hacen 19 estados de los 50 que forman EEUU, "es una reliquia del pasado, incompatible con la evolución de las normas de decencia en una sociedad civilizada", opinan los cuatro jueces más liberales de los nueve que forman la más alta magistratura del país.

El Supremo ha prohibido ya aplicar la pena capital a los discapacitados mentales y a los menores de 16 años. Ahora podría restringirla más, al revisar el caso de Christopher Simmons, un joven que en 1993 asesinó a una mujer en Misuri, cuando tenía 17 años, y fue condenado a muerte.

"NO IMPORTA LA EDAD" Aunque la sentencia fue conmutada por cadena perpetua el año pasado por el Tribunal Supremo de Misuri, los partidarios de ajusticiar a Simmons apelaron al Supremo en Washington, que ahora deberá pronunciarse. "La pena capital es para los peores, y no importa la edad que tengan", declaró Dianne Clements, presidenta de la asociación Justicia para Todos.

Más de 70 menores de 18 años aguardan ser ejecutados en las cárceles de EEUU.