Aunque el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, tiene prisa, la anexión del 30% de Cisjordania prevista para el 1 de julio tendrá que esperar. Tras reunirse el pasado martes con el embajador de Estados Unidos en Israel, David Freidman, y el enviado especial de la Casa Blanca para Oriente Próximo, Avi Berkowitz, Netanyahu afirmó: “Hemos hablado sobre la cuestión de la soberanía y seguiremos trabajando en ello los próximos días”. Sin acuerdo con la Casa Blanca, el plan de Netanyahu se queda en suspenso.

Aunque el ministro israelí de Cooperación Regional, Ofir Akunis, ha afirmado este miércoles en una entrevista con la radio del Ejército que “la extensión de soberanía sucederá en julio”, Netanyahu necesita la luz verde de Washington para hacer efectiva la anexión, y el tiempo no juega a su favor. Las elecciones a la Casa Blanca, que tendrán lugar el próximo noviembre, son una fecha clave para el Gobierno israelí ya que, en caso de que el presidente Donald Trump no sea reelegido, difícilmente otra Administración estadounidense aprobará la anexión de territorio palestino a Israel, tal como contempla el Acuerdo del Siglo. Además, el plan de Trump tampoco cuenta con el apoyo de sus aliados en la región: tanto Jordania como los estados del Golfo se oponen frontalmente a la anexión, que podría desestabilizar el frágil equilibrio en Oriente Próximo.

Por su parte, en un artículo publicado en hebreo en el periódico israelí ‘Yediot Ahronot’, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, asegura que “como amigo, admirador y seguidor de Israel”, rechaza la anexión de territorio palestino, ya que es una acción contraria al Derecho Internacional. Además, afirma que el Reino Unido no reconocerá otras fronteras que las previas a 1967. Recientemente, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, también ha criticado el plan israelí señalando que, independientemente del porcentaje de territorio anexionado, la acción se encuentra fuera de la legalidad.

El factor coronavirus

El ministro de Defensa y principal socio del Gobierno israelí, Benny Gantz, advertía el pasado lunes de que “el 1 de julio no es una fecha sagrada y que todo aquello que no tenga que ver con el coronavirus tendrá que esperar”. De hecho, este miércoles Israel ha registrado 773 nuevos casos de afectados por el covid-19, la cifra más alta desde el inicio de la pandemia. El Ministerio de Salud, que teme la llegada de una segunda ola, ha informado que actualmente hay un total de 7.838 casos en el país. Por su parte, la Autoridad Palestina ha decretado el cierre de las fronteras del territorio palestino durante cinco días por el aumento de los casos.

Con o sin coronavirus, Netanyahu, quien expresó ante los miembros de su partido (Likud) que “la anexión es un proceso complejo […] y hay muchas cuestiones políticas y de seguridad a tener en cuenta”, está decidido a llevar a cabo su plan. Aparte de la absorción de los 132 asentamientos israelís, la anexión significaría también la desposesión de 56.000 palestinos que viven y trabajan sus tierras en el valle del Jordán. El plan de Trump también prevé la creación de un estado palestino en el resto de Cisjordania, medida a la que se oponen la mayoría de los colonos israelís. De momento, el plan de Netanyahu, con muchos interrogantes y sin luz verde de la Casa Blanca, se queda en suspenso.