Un sol radiante y 18 grados en París un viernes 22 de febrero era una magnífica noticia para los que añoraban un fin de semana primaveral. Pero a los miles de estudiantes que desfilaron desde la Ópera hasta la plaza de la República en defensa del planeta, les parecía una prueba más de que algo no va bien. Era el segundo viernes consecutivo que salían a la calle para hacerse oír pero esta vez, el movimiento, muy tímido en Francia, tuvo refuerzos.

Greta Thunberg, convertida en icono del activismo ecológico desde que los viernes cambia el aula por una sentada ante el Parlamento de Estocolmo para exigir al Gobierno medidas concretas en luchar contra el cambio climático, llegó en tren desde Bruselas para encabezar la marcha parisina.

La adolescente sueca de 16 años ha desatado a su paso un entusiasmo como el de cualquier cantante de éxito de una banda de rock juvenil. Solo que ella, en vez de cantar, suelta frases lapidarias que todo el mundo entiende y hace cosas que son coherentes con lo que dice y piensa.

“¿Es difícil? ¿Es demasiada presión? Si, lo es. No le corresponde a los niños hacer esto. Me gustaría que los adultos asumieran su responsabilidad pero, como nadie lo hace, lo hacemos nosotros”, dijo sentada en las escalinatas de la estatua de Marianne, en la plaza de la República, intentando sin éxito protegerse del sol.

Un gesto que empezó sola el pasado agosto, con un simple cartel que decía ‘huelga en la escuela por el clima’, lo están imitando muchos jóvenes de numerosos países, y su discurso ante los dirigentes mundiales reunidos en diciembre en Katowice (Polonia) echándoles en cara su inacción frente a la urgencia de la desregulación climática enseguida se hizo viral.

“Decís que queréis a vuestros hijos por encima de todo y, sin embargo, les robáis el futuro ante sus ojos”, les soltó. Más de 70.000 estudiantes en 270 ciudades de todo el mundo, según una estimación del diario The Guardian se suman ahora cada viernes al movimiento Fridays for Future (Viernes por el futuro).

“Cuando empecé a manifestarme, no esperaba gran cosa. Me dije, ya veremos qué pasa. Nunca me imaginé que fuera a ser tan grande. Es increíble. Es una sorpresa cada vez que veo a alguien manifestarse”, admitía en la capital francesa rodeada de cámaras.

RECIBIDA EN EL ELÍSEO

A Greta Thunberg le diagnosticaron a los once años un síndrome de Asperger -trastorno leve dentro del espectro autista- y quizás eso explica su carácter introvertido, serio y silencioso. A lo mejor también a eso se debe su tenacidad.

Cuando a los ocho años vio documentales sobre el deshielo de los glaciares y el peligro que corrían los osos polares y los animales marinos tomó conciencia de la urgencia climática. Según el New York Times, a diferencia de otros niños, no lo olvidó, y las imágenes de osos polares hambrientos y océanos repletos de plástico se le quedaron grabadas en la cabeza.

El pasado 18 de febrero le dirigió al presidente francés el siguiente mensaje en un vídeo: “Tiene que actuar ahora y no decir simplemente que lo va a hacer. Si continúa como si no pasara nada, va a fracasar. Y si usted fracasa, será percibido como uno de los peores malvados de la historia de la humanidad”. Este viernes, Greta Thunberg fue recibida en el Elíseo por Emmanuel Macron.

HUELGA MUNDIAL

“Fin de mundo, fin de mes, mismo combate”, rezaba uno de los carteles de la manifestación parisina. Un guiño a unir fuerzas con otra movilización que ha acaparado toda la atención en los últimos meses, la de los chalecos amarillos.

“Las dos reivindicaciones deberían unirse porque una política ecológica es también una forma de justicia social”, reflexionaba en el cortejo el joven de 21 años Pierre André. Para Isis, Emily y Félix, quinceañeros y estudiantes de bachillerato en el mismo instituto, les toca a los jóvenes luchar por su futuro.

Entre las personalidades presentes en la Plaza de la Opera, se encontraban la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y la actriz Juliette Binoche. La próxima etapa del movimiento: una huelga mundial el próximo 15 de marzo.