Sesenta años después del intento de asesinato de Adolf Hitler, el 20 de julio de 1944, la sociedad alemana ha rendido por primera vez un sentido homenaje a aquéllos que planearon la denominada operación Valkiria, que pretendía eliminar al Führer y salvar al país de la rendición incondicional.

El fracaso de los rebeldes encabezados por el conde Claus Schenk von Stauffenberg, de 60 años, coronel del Estado Mayor del Ejército, y otros altos oficiales de la Wehrmacht (el Ejército hitleriano) costó la vida a los cabecillas del atentado. Sus familiares, incluidos los niños, fueron enviados a campos de concentración.

Durante más de medio siglo, los conjurados también han sido despreciados por la mayoría de sus compatriotas, pero la situación parece haber cambiado ahora que los alemanes redescubren el culto al amor a la patria. De hecho, las principales autoridades del Estado se reunieron ayer para honrar a los conspiradores en el patio principal del complejo militar de Bendlerblock, en Berlín, antigua sede del mando supremo de la Wehrmacht, donde fueron fusilados Von Stauffenberg y algunos de sus cómplices tras el fracaso del atentado.

En este lugar hay ahora un museo que recuerda a quienes formaron parte de la resistencia militar activa contra Hitler. Su director, Johannes Tuchel, observa la gloria tardía con no poca sorpresa. "Hasta entrados los años 80, el atentado fallido contra Hitler no fue honrado; al contrario, quienes participaron en él eran difamados como traidores de la patria", señala. Ahora son considerados unos héroes.

El barón Philipp Freiherr von Boeselager, que ahora tiene 86 años, único exoficial superviviente del grupo principal que intentó matar a Hitler en su cuartel general de Prusia Oriental --conocido como la guarida del lobo -- estaba convencido de que la aventura no les depararía ninguna gloria. Creía que el fracaso de la operación les llevaría a la muerte, pero los conspiradores también sabían que, si lograban su objetivo, probablemente les esperaba el mismo destino. "Hubiéramos sido colgados de todos modos, porque mucha gente hubiera dicho que si el Führer hubiera vivido, hubiéramos ganado la guerra", explica.

Ola de simpatía

El hijo mayor del líder de la conspiración y autor material del fallido atentado, Berthold von Stauffenberg, de 69 años, también se sorprende por la ola masiva de simpatía que se observa ahora hacia su padre y el resto de los conspiradores. "Por razones políticas, se ha manipulado de forma reiterada la historia moderna de Alemania", afirma. Stauffenberg está convencido de que, acabada la guerra, "los prejuicios ideológicos, tanto del Oeste como del Este, condujeron a la apología del autoengaño y a la falsificación de la historia".

El canciller alemán, Gerhard Schröder --quien, junto con el presidente del país, Horst Köhler, encabezó ayer los actos de homenaje al conde Stauffenberg y a los otros oficiales ahorcados por Hitler después del atentado-- considera que todos ellos son "un ejemplo de la otra Alemania; alemanes que murieron por una Alemania mejor".

Coincidiendo con los actos de homenaje, la prensa ha publicado grandes editoriales sobre el aniversario. El semanario Der Spiegel señala que "los alemanes demuestran ahora un gran respeto hacia los rebeldes". La revista Stern asegura que el 20 de julio de 1944 constituye "el patrimonio más luminoso de la historia alemana".