Donald Trump ha anunciado este viernes un acuerdo entre Israel y el pequeño reino de Bahréin para que ambos países establezcan por primera vez relaciones diplomáticas, un acuerdo que llega menos de un mes después de que el Estado judío hiciera lo propio con Emiratos Árabes Unidos. "Otro logro histórico hoy! Nuestros dos grandes amigos, Israel y Bahréin, han alcanzado un acuerdo de paz", ha tuiteado el líder estadounidense poco después de compartir el comunicado conjunto de las partes. Ambos países intercambiarán embajadas y pondrán en marcha vuelos directos, así como acuerdos de cooperación en materia económica, sanitaria, tecnológica o de seguridad. El compromiso se rubricará el próximo martes en una ceremonia en la Casa Blanca a la que asistirán los líderes de ambos países.

La importancia del acuerdo no se puede subestimar. En contra de todas las expectativas, la Administración de Trump ha puesto en marcha cambios sísmicos en la región que escaparon a muchos de sus predecesores. Aunque Israel y los estados árabes del Golfo llevaban años cooperando en relativo secreto por los recelos que comparten hacia la política de Irán en la región, el republicano ha logrado normalizar esas relaciones quebrando los tabús que habían prevalecido hasta ahora. El consenso imperante sostenía que las monarquías del Golfo no normalizarían sus relaciones con Israel hasta que acabara con la ocupación de los territorios palestinos, una condición tácita que Trump ha logrado anular.

Si el acuerdo con Emiratos obligaba a Israel a cancelar sus planes para la anexión de la Cisjordania palestina, el firmado con Bahréin no incluye ninguna condición explícita. O al menos no se ha hecho pública hasta ahora. Sí se sobreentiende que el pacto cuenta con el beneplácito de Arabia Saudí, el principal patrón de Bahrein en la región, por lo que no se descarta que puedan llegar más acuerdos de paz en las próximas semanas. "Tengo confianza en que habrá nuevos acuerdos", ha dicho Trump desde la Casa Blanca en unas declaraciones en las que se ha referido al autócrata saudí, Mohamed Bin Salman, acusado de descuartizar a periodistas y purgar la disidencia en el reino como "un gran caballero".