El presidente de los EEUU, Donald Trump, se dirigirá este martes al Capitolio para dar su discurso anual sobre el Estado de la Unión en un ambiente extraordinariamente tenso: con el Senado a punto de absolverle en su juicio político, la oposición demócrata frustrada y la campaña electoral ya activa.

Un día antes de que el Senado cierre su proceso de destitución con una exoneración más que segura de los dos cargos que afronta por sus presiones a Ucrania, Trump pronunciará ante ambas cámaras del Congreso un discurso "optimista" que promete contrastar con las amargas divisiones que ha generado su "impeachment".

"La historia no será amable con Donald Trump", advirtió el "fiscal" jefe de la oposición demócrata, el congresista Adam Schiff, en su alegato final de un juicio político que ya ha quedado visto para sentencia, a la espera de la votación definitiva el miércoles.

El "impeachment" incómodo

En 1999, el discurso sobre el Estado de la Unión del entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, coincidió también con su juicio político en el Senado, y el mandatario sorprendió a muchos al no pronunciar ni una sola vez la palabra "impeachment". Clinton apenas hizo una referencia velada a las "controversias" que dividían al país y se dedicó a destacar la bonanza económica y a proponer medidas legislativas.

La actual Casa Blanca planea seguir ese modelo y utilizar el discurso para dar una imagen presidencial eficaz de Trump, en un momento en el que el presidente necesita airear sus logros y ampliar su base de votantes para asegurarse la reelección en noviembre, según fuentes consultadas por el diario Politico.

Pero Trump aprovecha últimamente casi cada acto oficial para referirse al juicio político y tacharlo de "farsa", y nadie descarta que una vez en la Cámara de Representantes, con la líder demócrata Nancy Pelosi a sus espaldas, el mandatario no pueda resistir la tentación de alardear de su inminente victoria política.

Los logros de Trump

En la era Trump, el discurso sobre el Estado de la Unión se ha convertido en casi la única ocasión en la que el presidente accede a ajustarse a los cánones de lo que se considera en los EEUU un comportamiento tradicionalmente "presidencial", y los dos últimos años incluso consiguió algunas alabanzas de demócratas.

Esta vez, Trump acudirá al Capitolio con un mensaje de "optimismo implacable", y "alentará al Congreso a trabajar con él para seguir construyendo una economía incluyente", según la Casa Blanca.

Trump presumirá de sus "increíbles avances a la hora de mantener segura la frontera" con México, con su refuerzo del muro limítrofe y el descenso en los cruces de indocumentados, y arremeterá de nuevo contra las "ciudades santuario", aquellas que protegen a los inmigrantes sin papeles, adelantó su oficina.

También se espera que celebre la ratificación este mes en los EEUU del tratado comercial T-MEC renegociado con México y Canadá, y que mencione su tregua parcial en la guerra de aranceles con China y su deseo de negociar pactos comerciales separados con el Reino Unido y la Unión Europea (UE).

Los temas polémicos

La Casa Blanca no ha querido dar detalles de la parte del discurso centrada en política exterior, más allá de augurar que será "enérgico" sobre Irán y que promocionará su recién anunciado plan de paz para Oriente Medio, rechazado por los palestinos.

Los mismos senadores que verán su discurso escucharon este lunes los argumentos finales en su juicio político, incluido el apasionado alegato de una acusación que es consciente de que el respaldo casi sin fisuras a Trump de la mayoría republicana hará imposible lograr la mayoría de dos tercios necesaria para destituirle.

"(Trump) ha traicionado nuestra seguridad nacional, y volverá a hacerlo. Ha puesto en peligro nuestras elecciones y lo hará de nuevo. Ustedes no van a cambiarle. No pueden restringirle (...) Condénenle", rogó Schiff a los senadores republicanos.

Si no se le condena por "abuso de poder" en el caso de Ucrania, Trump podría pensar que tiene vía libre para "vender Alaska a los rusos a cambio de su apoyo en las próximas elecciones, o decidir que se traslada permanentemente a Mar-a-Lago (Florida) y deja el país en manos de (su yerno) Jared Kushner", advirtió Schiff.

"Como esas cosas no son necesariamente delictivas, el argumento (de la defensa) significaría que no se le puede imputar políticamente por un abuso de poder. Y eso es absurdo", agregó. Mientras, el abogado jefe de la defensa, Pat Cipollone, insistió en que el juicio político no ha sido más que "un intento de dar la vuelta a los resultados de las elecciones" de 2016.