Ocho días después de que Donald Trump lanzara la amenaza de imponer a partir de mañana aranceles a todas las importaciones desde México si el vecino del sur no frenaba la llegada de migrantes centroamericanos a EEUU, los dos países alcanzaron el viernes un acuerdo y el mandatario estadounidense suspendió «indefinidamente» la imposición de las tasas comerciales.

El pacto fue anunciado casi al mismo tiempo en Twitter por Trump y el canciller mexicano Marcelo Ebrard, que ha participado en tres días de frenéticas negociaciones en Washington.

Poco después, el acuerdo fue detallado en un comunicado conjunto en el que se explicaron sus puntos fundamentales. Uno de ellos es que México se compromete a incrementar «significativamente» sus esfuerzos para reducir la migración irregular, incluyendo el despliegue de la Guardia Nacional en todo el país, con prioridad en la frontera sur con Guatemala, donde ya se anunció un despliegue de hasta 6.000 agentes el jueves.

Otro elemento clave del acuerdo es la ampliación de un programa estadounidense por el que se devuelve a México a quienes entran en EEUU y solicitan asilo para que esperen allí la resolución de sus casos. Hasta ahora, 10.000 personas han sido enviadas a México bajo ese programa. A partir de ahora pueden ser todos los solicitantes de asilo en EEUU.

Según el acuerdo, México ofrecerá a esos migrantes y sus familias «oportunidades laborales y acceso a la salud y educación» mientras permanezcan en su territorio y EEUU se compromete a «acelerar las resoluciones de solicitudes de asilo».

Aunque la declaración conjunta no marca metas específicas ni da excesivos detalles, las dos partes se comprometen a negociar y anunciar en 90 días «medidas adicionales» si las adoptadas en el acuerdo no dan los resultados «esperados». El texto facilitado por los dos gobiernos concluye con un compromiso para fortalecer y ampliar la cooperación bilateral para fomentar el desarrollo tanto en México como en Centroamérica con la idea de atacar algunas de las causas subyacentes que mueven a los migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador a abandonar sus países.

LO QUE NO SE PACTA

Lo que ha quedado fuera del acuerdo es un objetivo buscado por Washington, que pretendía convertir a México en «tercer país seguro», con lo que EEUU podría rechazar a solicitantes de asilo y remitirlos a México. Otra de las ideas que barajaba EEUU y que no ha conseguido es cambiar leyes de asilo para que el migrante solo lo pueda solicitar en el primer país que pise tras abandonar el suyo. Asimismo, el pacto frena la apertura de otra guerra arancelaria de Trump, esta vez con su tercer socio comercial. Era una posibilidad que desataba pavor entre numerosos sectores de la economía estadounidense.