La noticia más esperada de la cumbre del G-20 en Osaka no llegará hasta hoy. Solo después de la cumbre, dentro de la cumbre que supone la reunión bilateral prevista entre los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de China, Xi Jinping, sobre la guerra comercial y tecnológica que enfrenta a ambas potencias, se sabrá si se avanza en un acuerdo, si se agravan las tensiones o si se opta por una nueva tregua para dar más tiempo a la negociación.

Sin embargo, el presidente Trump se encargó ayer de dejar una nota de optimismo en el aire. Trump pronosticó que su reunión con el presidente chino será «productiva» y «emocionante», pero al mismo tiempo negó ningún compromiso de tregua en la escalada arancelaria. Esta es, sin embargo, la opción por la que apuesta la mayoría de los observadores. Mientras Trump jugueteaba con palabras y expectativas, las delegaciones china y estadounidenses seguían negociando en el hotel donde se hospeda esta última.

Las diferencias entre ambas potencias por la hegemonía tecnológica en el mundo y el boicot de EEUU al gigante chino Huawei salieron a relucir ya en la primera sesión de trabajo de la cumbre, sobre la economía digital. Trump hizo hincapié en la necesidad de garantizar la «fiabilidad y la seguridad de las redes de telecomunicaciones 5G», así como la protección de la propiedad intelectual. Xi Jinping dijo que China, en tanto que «país actor global en economía digital», se compromete «a fomentar la cooperación internacional y a mantener nuestros mercados abiertos».

Después de las invectivas del día anterior contra Japón, Alemania, India o Irán, Donald Trump exhibió ayer un sorprendente tono conciliador que contribuyó a alentar la posibilidad de acuerdos en Osaka. Con un un evidente cambio de humor, Trump elogió las «magníficas fábricas» automovilísticas de Japón en EEUU; habló de «buen entendimiento» con la India; calificó de «fantástica» a Ángela Merkel, y dijo que «nada de prisas» en el conflicto con Irán: «Tenemos tiempo». Incluso se permitió una dosis de humor irónico en su encuentro bilateral con el presidente ruso, Vladímir Putin. «No se meta en las elecciones», le dijo en alusión a los comicios presidenciales de EEUU en el 2020.

La idea de posibles avances en el terreno comercial parecía instalada entre los huéspedes del centro de convenciones de Osaka. El Gobierno de España también se mostró optimista sobre la posibilidad de un acuerdo de mínimos en materia de comercio internacional que, al menos, sirva para subrayar la importancia del libre comercio internacional para la prosperidad de los países.

EL ESCOLLO ESTÁ EN EL CLIMA / Si modestas son las expectativas en materia de comercio, mucho peor son las que se refieren a las negociaciones en materia de lucha contra el cambio climático. «El clima es el tema más difícil» de la cumbre, subrayó Emmanuel Macron. «Hay tres o cuatro países» que podrían rechazar firmar una declaración de apoyo al Acuerdo de París, dijo el presidente francés, en una velada alusión a que Brasil, Turquía o Arabia secunden la postura adversa de Trump a implementar medidas para combatir el cambio climático.

La cumbre de los países más ricos del mundo presenta una oportunidad de múltiples encuentros bilaterales, formales o informales. El propio presidente Sánchez mantuvo el pasado jueves una reunión de coordinación con los líderes europeos presentes en el G-20, así como un encuentro con los representantes de México, Argentina y Chile, y otro con Shinzo Abe, el primer ministro japonés y anfitrión de la cumbre.