"Yasir Arafat es un palestino, y todo palestino tiene derecho a ser enterrado en Palestina". Adnan Huseini, el director general del Waqf, la entidad que gestiona la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, está indignado. La prohibición de Israel de que el presidente palestino sea enterrado en Jerusalén enerva a este hombre religioso a pesar de que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no le ha pedido que prepare el entierro. "Aún no está muerto, un poco de respeto", imploraba ayer Huseini poco antes de la sagrada oración del último viernes de Ramadán.

Pero el entierro de Arafat no es un asunto cualquiera. "Jerusalén es una ciudad donde los judíos entierran a sus reyes, no una ciudad en la que queremos que se sepulte a un terrorista árabe", dijo Tommy Lapid, el ministro de Justicia. Israel lo tiene claro: Arafat no será enterrado en Jerusalén. Los palestinos, por su parte, recuerdan que el rais ha expresado en varias ocasiones su deseo de ser enterrado en el cementerio de la Explanada de las Mezquitas, a la sombra de las imponentes cúpulas de Omar y de Al Aqsa.

Noble Santuario

Al Haram al Sharif, el Noble Santuario, llaman los musulmanes a la Explanada de las Mezquitas. Para los judíos es el Monte del Templo. La tumba prohibida de Arafat simboliza uno de los corazones del conflicto entre palestinos e israelís. Sus 14 hectáreas situadas en el sureste de la ciudad vieja de Jerusalén son el tercer lugar sagrado para los musulmanes, después de La Meca y Medina, y el más importante para los judíos. Para los primeros, es el sitio desde donde Mahoma, a lomos de Al Bourak, su caballo alado, subió al cielo. Para los segundos, es el lugar donde el rey Salomón erigió el primer templo, que contenía el Arca de la Alianza.

Dice la Biblia que tras su destrucción por los babilonios en el año 586 a.C., el templo fue reconstruido en el siglo I a.C y destruido de nuevo por los romanos, en el año 70 d.C. Del segundo templo se mantiene el muro occidental, el actual Muro de las Lamentaciones, a la espera de que en el lugar donde ahora se alzan las mezquitas se construya el tercer templo. Pero no es sólo el significado religioso lo que hace jurar al primer ministro israelí, Ariel Sharon, que, mientras él ostente el cargo, Arafat jamás será enterrado allí.

El cementerio de la Explanada es el lugar noble por antonomasia de los dirigentes árabes que han gobernado Jerusalén. Allí reposa el abuelo del rey Hussein de Jordania. El último gran nombre que fue sepultado allí fue Faisal Huseini, el histórico dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Si Arafat fuera enterrado en el lugar donde él siempre soñó con ver ondear la bandera palestina sería admitir que los palestinos tienen derechos políticos sobre Jerusalén. Y eso es imposible si se considera a Jerusalén "la capital eterna e indivisible de Israel".

En esa capital ocupada por completo en la guerra de 1967, en esa misma Explanada de las Mezquitas, junto a ese mismo cementerio, 150.000 musulmanes rogaron ayer a Alá por la salud de Arafat, a pesar de que Israel prohibió la entrada a los menores de 50 años. No fue el único sitio. En Hebrón, 20.000 personas acudieron a la mezquita de Ibrahim. En la franja de Gaza, los imanes de las mezquitas acusaron a Israel de envenenar a Arafat. Un ejemplo de la animadversión que puede levantar la cuestión del entierro del rais .

Israel vota por Gaza

Israel ya ha señalado sus preferencias: la franja de Gaza. En el cementerio de Jan Yunis, la familia del padre de Arafat tiene un terreno con varias tumbas en el que están enterrados una hermana y el progenitor del rais . Otras opciones en la franja serían una parcela cercana a su antiguo cuartel en Gaza o el denominado Cementerio de los Mártires, donde reposan varios líderes de Hamás. Gaza tiene el gran problema de garantizar la seguridad de los mandatarios extranjeros que acudan al funeral.

Fuentes palestinas han apuntado que podría optarse por un punto medio: algún lugar de Cisjordania, probablemente Abú Dis o Ramala. En este caso, el Ejército israelí podría participar en el dispositivo de seguridad. Pero, como dice la prensa israelí, esta posibilidad genera una pesadilla en las fuerzas de seguridad de Sharon: una marabunta de gente tratando de llevar el cadáver de Arafat por la fuerza a la Explana de las Mezquitas. La decisión, como todo lo que ocurre en este conflicto, está en manos de Israel. "Israel, como fuerza ocupante, hará cualquier cosa para dañar al pueblo palestino", dice Huseini antes de dirigirse al rezo.