Sorpresa. Las tumbas de dos princesas alemanas que se abrieron ayer en un cementerio del Vaticano para comprobar si escondían los restos de Emanuela Orlandi, la hija de 15 años de un empleado vaticano desaparecida en 1983, están vacías. De la joven de 15 años nunca más se supo, a pesar de las numerosas pistas facilitadas en estos 36 años, que indicaban la posibilidad de un secuestro con fines sexuales, o para chantajear a Juan Pablo II, que en aquellos años colaboraba con la CIA para desestabilizar Polonia -por aquel entonces en el bloque de la URSS- o para obligar el Vaticano a devolver las inversiones perdidas de varios cientos de acreedores, realizadas a través del IOR o banco del Papa, que ascendían a 400 millones de dólares. Poco después de las ocho de la mañana de ayer, 15 personas se encontraban alrededor de dos tumbas del cementerio germánico, dentro de la Santa Sede. Tras 36 años, el Vaticano había accedido a la apertura de las tumbas después de que un anónimo escribiera en una carta: «Buscad donde indica el ángel». La estatua señalaba a sus pies.

ENTERRAMIENTOS DEL SIGLO XIX

La operación duró unas tres horas. «Las investigaciones han dado un resultado negativo: no se ha hallado ningún resto humano en las urnas funerarias», fue el comunicado oficial. Se esperaba que en las dos tumbas debían encontrarse los sarcófagos de la princesa Sophie von Hohenlohe y de la princesa Carlotta Federica de Mecklenburg, ambas enterradas en el siglo XIX. Sin embargo, sus restos no estaban, por lo que «los familares de las dos princesas han sido informados sobre el resultado», según Alessandro Gisotti, portavoz del Papa y director provisional de la Sala de Prensa vaticana.

«Esperaba cualquier cosa menos las tumbas vacías», comentó Pietro Orlandi, hermano de Emanuela y al frente de las múltiples presiones realizadas en estos 36 años para encontrar a su hermana, o sus restos. «Mientras no encuentre a Emanuela mi deber es buscar la verdad», añadió.

«Las indicaciones que nos llegan desde hace más de un año no son anónimas y son internas del Vaticano», aseguró.

Por ello, destaca que «la investigación no se puede acabar en las tumbas» y espera que, ahora que han abierto las pesquisas, «tengan la voluntad de continuar.

Laura Sgrò, abogada de la familia Orlandi y presente en la apertura de las tumbas, explicó que «debajo de una de las tumbas hay una construcción en cemento armado». Giorgio Portera, perito de los Orlandi, añadió que «todo lleva a pensar que la construcción es bastante reciente y ciertamente incompatible con una sepultura del siglo XIX».

Gisotti confirmó que «se están realizando comprobaciones documentales sobre [eventuales] intervenciones estructurales realizadas en el camposanto germánico, tanto en una primera fase del siglo XIX como en una época reciente situada entre los años 60 y 70 del siglo pasado».

CONEXIONES

La abogada de la familia sostuvo que «dar una respuesta a sus parientes significa responder a muchos ciudadanos italianos que merecen saber la verdad, pues quien calla es cómplice y quien sabe tiene que hablar». Y añadió que esta desaparación «está conectada con los peores asuntos de este país».