Las sospechas iniciales sobre la autoría del sangriento atentado en Estambul contra un club nocturno a orillas del Bósforo durante la noche de Año Nuevo parecen haberse hecho realidad. En un comunicado reivindicatorio, el autoproclamado Estado Islámico (EI) se atribuyó ayer el ataque armado, durante el que fueron asesinadas a tiros un total de 39 personas, como venganza por las operaciones militares que el Ejército de Turquía y sus milicias aliadas sirias están llevando a cabo en el norte del país árabe.

En el texto, cuya veracidad no ha sido aún comprobada, se detalla que el terrorista usó granadas y un fusil automático, y causó unas 150 víctimas -entre muertos y heridos- en la sala de fiestas de lujo Reina. «Un heroico soldado del califato golpeó uno de los más famosos clubs nocturnos donde los cristianos celebraban su fiesta apóstata», continúa el documento, en el que el autoproclamado califato acusa al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan de ser un «servidor de la Cruz».

AGRAVIOS CONTRA ERDOGAN / El EI ha ido acumulado importantes agravios con el Gobierno de Erdogan. Desde hace cuatro meses, Turquía está llevando a cabo en suelo sirio una vasta operación militar mediante tanques y Fuerzas Especiales acompañando a los grupos rebeldes sirios que patrocina, con el objetivo de hacerse con el control de la estratégica localidad de Al Bab, en el norte de Siria, no lejos de la frontera común. Las intenciones de Ankara es que los combatientes continúen hasta Raqqa, la capital de EI, una vez hayan concluido las operaciones militares en Al Bab.

Los dos principales objetivos de esta acción militar consisten en alejar a las huestes de Omar al Baghdadi (líder del EI) de la frontera sirio-turca, al tiempo que frenar la expansión de las milicias kurdas por el norte de Siria. Todo ello formaría parte, según versiones periodísticas coincidentes, de un acuerdo -tácito o real- al que Erdogan ha llegado con Vladímir Putin para repartirse zonas de influencia en Siria, un pacto que permitió la conquista de Alepo por las fuerzas gubernamentales sirias y sus aliados con el visto bueno -tácito o real- de Ankara.

Ankara insiste en que no se dejará amedrantar, y que sus fuerzas desplegadas en Siria no darán marcha atrás. «Continuaremos llevando a cabo nuestras operaciones exteriores con determinación», ha subrayado el portavoz del Ejecutivo turco, Numan Kurtulmus, tras una reunión del Consejo de Ministros presidida por el jefe del Estado, Recep Tayyip Erdogan. «Nos quieren enviar el mensaje de que continuarán siendo una pesadilla para Turquía, que ya ha vivido un difícil 2016», ha asegurado, antes de sentenciar: «Les vamos a poner de rodillas».

Entre tanto, continúan las investigaciones para hallar al responsable y a sus posibles cómplices. Las Fuerzas de Seguridad detuvieron ayer en Estambul a ocho personas por supuesta implicación en el ataque terrorista, al tiempo que siguen buscando al autor de la matanza, un hombre que entró en el local con el rostro cubierto y empezó a disparar. En total disparó más de 180 tiros, según la policía. Las autoridades creen que el terrorista es de un país centroasiático, según el diario turco Hurriyet.

La policía ha distribuido una foto en blanco y negro del autor de la masacre. Los investigadores creen posible que forme parte de la célula terrorista que cometió el triple atentado suicida en el aeropuerto de Estambul el pasado mes de junio y que causó la muerte a 47 personas, aunque a la vez destacan importantes diferencias con atentados similares llevados a cabo por las huestes de Omar al Baghdadi en territorio turco. Según el propio Kurtulumus, se está muy cerca de completar con éxito la identificación del individuo, a partir de las huellas dactilares encontradas en el club.

Se sabe que el atacante llegó al escenario de la matanza a bordo de un taxi y que se bajó del coche poco antes de finalizar la carrera debido al intenso tráfico reinante en el barrio de Ortakoy, a orillas del Bósforo, repleto de discotecas, restaurante y clubs nocturnos. Queda por determinar si el atacante era un lobo solitario o no.