La Rada, el Parlamento unicameral de Ucrania, aprobó ayer la propuesta del presidente Petró Poroshenko de declarar el estado de excepción durante 30 días en las provincias fronterizas con Rusia, horas después del grave incidente naval ocurrido durante la jornada del domingo en el mar Negro, cuando tres buques de la Marina ucraniana -un remolcador y dos pequeños navíos artillados- fueron apresados por embarcaciones patrulleras pertenecientes al Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso.

La propuesta presidencial entrará mañana en vigor.

En una intervención televisada, el jefe del Estado ucraniano justificó la decisión ante la amenaza de invasión que, según él, se cierne sobre el país, al tiempo que prometió no aprovechar la circunstancia para limitar los derechos, libertades o aplazar consultas electorales, en un país que en unos meses debe acudir a las urnas precisamente para renovar su mandato presidencial o, en su defecto, elegir a un nuevo jefe del Estado.

«Los datos de inteligencia hablan de una amenaza extremadamente grave de operación terrestre contra Ucrania… Las fuerzas de Rusia están preparadas para invadir en cualquier momento el territorio de Ucrania», afirmó Poroshenko. El planteamiento inicial del presidente fue finalmente suavizado, tanto en su duración como en sus atribuciones, a sugerencia de varios legisladores ucranianos.

FUEGO REAL

Rusia ha admitido que llegó a emplear fuego real para neutralizar a los barcos ucranianos, resultando heridos tres marineros cuya vida no corre peligro. Según la versión de Moscú, los buques ignoraron las demandas para detenerse y realizaron maniobras peligrosas.

En un vídeo difundido ayer, que fue realizado desde el puesto de mando de un barco ruso, se ve como Este embiste al remolcador ucraniano entre órdenes y palabras malsonantes del capitán. Los sucesivos llamamientos de dirigentes políticos occidentales exigiendo a Moscú que liberara a las tripulaciones y los barcos apresados han sido ignoradas por completo por Rusia.

Los tres navíos ucranianos navegaban desde Odesa, en el mar Negro, y pretendían llegar a Mariúpol, el principal puerto ucraniano en el mar de Azov, para reforzar el dispositivo militar allí presente.

Para impedir el paso de la flotilla ucraniana, Moscú cerró a la navegación el estrecho de Kerch durante unas horas, bloqueó el paso bajo el puente de Crimea con un gran buque mercante y envió a aviones de combate y helicópteros de salto Ka-52.

Ya de madrugada, con los buques ucranianos apresados retenidos en el puerto de Kerch, Moscú reabrió el paso a la navegación de «barcos civiles».

Para Moscú, todo el incidente es una «provocación» de Kiev, realizada en coordinación con sus aliados occidentales, para justificar así un nuevo incremento «de las sanciones a Rusia», según una declaración emitida a los medios de comunicación durante el día de ayer por el Ministerio de Exteriores ruso.

Precisamente, ante el temor de una nueva ronda sancionadora, el rublo, la divisa rusa, se depreció ampliamente respecto al euro y al dólar. En Kiev, la indignación iba a más a medida que pasaban las horas. El Ministerio de Exteriores ucraniano conminó a la comunidad internacional a «condenar con claridad» las acciones de Rusia, que constituyen un «problema de seguridad» para «todas las naciones ribereñas del mar Negro».

ADVERTENCIA DE PASO

Las autoridades de Kiev sostienen que había advertido previamente a la parte rusa del paso de su flotilla a través del estrecho de Kerch y que las acciones de las patrulleras rusas equivalen a un ejercicio de «piratería». Exdirigentes ucranianos pidieron al Ejecutivo que denunciara el acuerdo vigente entre ambos países, firmado en el 2003, que considera al mar de Azov como aguas interiores de Ucrania y Rusia, pudiendo ser utilizadas libremente por ambos países, y demarcar aguas territoriales.

Tanto la OTAN como la UE han apoyado sin fisuras a Ucrania en su contencioso con Moscú. En una conversación telefónica, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, mostró ayer «todo el apoyo» de la organización a la «soberanía e integridad territorial» ucraniana.

La UE, por boca del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, condenó el «uso de la fuerza» por parte de Rusia y exigió a Moscú que devuelva a Ucrania «a los marinos y los barcos apresados».