La nueva Constitución de la Unión Europea (UE) deberá afrontar ahora la dura prueba de fuego de lograr la ratificación de los 25 estados miembros. Ese incierto proceso, con numerosos referendos, decidirá el destino de la Europa reunificada. El rechazo de la Constitución por algún estado podría conducir a la refundación de la UE por los países más europeístas en torno a la sólida independencia económica que ofrece la zona euro. El presidente francés, Jacques Chirac, ya ha advertido a los países más euroescépticos del riesgo de decir no al nuevo tratado constitucional.

El texto alumbrado en la cumbre de Bruselas no logra la claridad, simplicidad y eficacia previstas inicialmente, pero representa un avance significativo respecto al Tratado de Niza. La Constitución reemplaza en un texto ordenado la amalgama indescifrable de añadidos en que se había convertido el Tratado de la UE tras sus sucesivas reformas.

FRENO BRITANICO Los valores, los objetivos, los derechos, las instituciones y los medios de acción de la UE están claramente descritos. El mantenimiento del veto impuesto por Gran Bretaña en múltiples áreas ha impedido ser más ambiciosos.

La creación de un presidente estable de la UE y de un ministro europeo de Asuntos Exteriores, la simplificación del sistema de voto, la reducción del tamaño de la Comisión Europea y la ampliación de los poderes del Parlamento Europeo permitirán dar un nuevo impulso político a la Europa reunificada.

EQUILIBRIO DE PODER El nuevo sistema de voto en el Consejo de Ministros (55% de los estados que sumen el 65% de la población) permite realizar seis veces más combinaciones para formar mayorías que el Tratado de Niza. Sin embargo, el equilibrio de poder entre países grandes y pequeños pactado en Bruselas tan sólo permite la mitad de las combinaciones posibles con los porcentajes del borrador inicial (50% de estados y 60% de población). El número mínimo de estados para adoptar una decisión (15) o para bloquearla (4) aleja el riesgo de un directorio de los grandes países.

La persistencia del veto en múltiples áreas, como cooperación judicial, fiscalidad o política exterior, se intenta sortear en la Constitución facilitando la creación de núcleos de países de vanguardia que acelerarán su integración en una Europa a varias velocidades. La Constitución aporta a los países de la zona euro una mayor capacidad de decisión sobre sus asuntos, pero se queda lejos de crear el necesario Gobierno económico de la Unión Monetaria.

Algunas medidas previstas tendrán una aplicación anticipada. El servicio exterior europeo comenzará a desarrollarse a partir de la firma de la Constitución. Asimismo, las disposiciones en materia de defensa están ya en marcha.