El camino no está libre de obstáculos ni hay todavía un acuerdo firme pero la declaración política conjunta suscrita el miércoles por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha abierto la puerta a una tregua comercial que ha sido recibida con enorme alivio y esperanza en Bruselas y Berlín, y con más cautela en París, que ha pedido aclaraciones sobre las medidas pactadas y las repercusiones que tendrán en el ámbito agrícola y alimentario.

La sensación en Alemania, el país más afectado en caso de que Estados Unidos llegara a imponer aranceles a los automóviles, ha sido de euforia. Para su ministro de economía, Peter Altmaier, los compromisos suponen un avance para evitar una guerra comercial y la pérdida de millones de empleos. Un balance con el que ha coincidido la patronal europea. "La razón ha prevalecido. La agenda para reducir la tensión del conflicto es la buena. Eliminar los aranceles aduaneros y otras barreras al comercio y la inversión será beneficioso para las empresas y los ciudadanos a ambos lados del atlántico", ha asegurado Pierre Gattaz, presidente de BusinessEurope.

Desde París, el ministro de economía francés Bruno Le Maire se ha mostrado, en cambio, mucho más cauteloso. "Francia siempre ha dicho que había que evitar una guerra comercial porque solo habrá perdedores. Está bien volver al diálogo con los americanos sobre comercio pero una discusión comercial solo puede ser sobre la base de reglas claras y no puede conducirse bajo presión", ha avisado.

Aranceles al acero, de aplicacion

Lo cierto es que Estados Unidos ni ha retirado los aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio de la Unión Europea ni ha paralizado los aranceles adicionales a la importación de aceitunas negras de mesa españolas (del 34,75%). Fuentes del Ejecutivo aseguran que ninguno de estos dos elementos tienen relación con las conversaciones lanzadas este miércoles y que Europa seguirá aplicando contramedidas mientras Washington siga castigando a los productos siderúrgicos. Aunque hasta hace no mucho la Comisión Europea aseguraba que no negociaría bajo una espada de Damocles.

"Lo importante ahora es que hay un proceso estructurado de diálogo y compromiso y que no habrá medidas unilaterales durante las discusiones", ha zanjado el portavoz comunitario Alexander Winterstein. Tras meses y meses de enfrentamientos, Trump y Juncker han conseguido inaugurar una nueva etapa. En el centro de esta nueva fase de relaciones, una declaración de intenciones que habla de trabajar para eliminar los aranceles en todos los bienes industriales (salvo al sector del automóvil), de la posibilidad de aumentar las exportaciones de gas licuado y soja hacia la UE, de la reforma la Organización Mundial del Comercio y de congelar la temida decisión de aranceles a la industria automovilística europea.

Informe en 4 meses

"Las expectativas eran muy bajas así que al final es un buen resultado sin que la UE haya puesto en peligro ninguno de sus intereses económicos esenciales, ninguno de sus valores ni ninguna legislación porque aleja el peligro de una guerra comercial", celebran fuentes conocedoras de la reunión. Mientras haya discusiones, protagonizadas por un grupo ejecutivo de alto nivel que deberá presentar su informe en un plazo de 120 días, no habrá nuevos aranceles.

"Está claro que estamos en un camino positivo aunque no hay nada escrito en mármol. Primero el grupo ejecutivo tendrá que presentar el informe y después veremos", aseguran las mismas fuentes. Y subrayan que ni se tocará el ámbito agrícola -salvo la soja- ni se trata de un nuevo Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos como el enterrado TTIP.