El anuncio de Estados Unidos de ampliar las sanciones a Irán y la respuesta de Teherán amagando con reanudar el enriquecimiento de uranio y bloquear el estrecho de Ormuz, un paso estratégico clave por el que transita buena parte del crudo mundial, han reavivado las tensiones y amenazan con hacer estallar un nuevo conflicto militar en Oriente Próximo. Es el temor que trasladó ayer la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, y sus homólogos de Alemania, Reino Unido y Francia al secretario de estado de EEUU, Mike Pompeo, que se plantó por sorpresa en Bruselas.

Pompeo, que viajó de urgencia a la capital comunitaria buscando un cierre de filas de la UE con Washington que no ha logrado, se entrevistó por separado, en los márgenes del consejo de ministros de Exteriores, con los representantes de Alemania, Francia y Reino Unido -firmantes del acuerdo nuclear en el 2015 junto a Rusia, China y Reino Unido- así como con Mogherini. Todos le trasladaron la necesidad de rebajar la tensión y evitar una escalada militar. «La actitud más responsable debería ser de máxima restricción y evitar ninguna escalada militar», alertó Mogherini.

«No queremos que termine en un conflicto militar y pensamos que el acuerdo nuclear con Irán es la única base para que Irán no disponga de armas nucleares. Por eso apoyamos el pacto», dijo el alemán Heiko Maas. La reunión se produjo tras el sabotaje, este pasado domingo, a cuatro petroleros en un puerto de Emiratos Árabes Unidos. El Gobierno iraní se desmarcó con celeridad de lo ocurrido pero la situación sigue siendo tensa.

«Estamos preocupados por el riesgo de que ocurra un conflicto por accidente, con una escalada que no sea intencionada«, admitió el ministro británico Jeremy Hunt. «Necesitamos calma y asegurarnos de que Irán no vuelva al camino de la renuclearización», añadió. Y es que si Irán llegara a convertirse en una potencia nuclear, otros vecinos podrían seguirlo y «ya es la región más inestable en el mundo. Sería un paso en la dirección equivocada».

También el ministro español de Exteriores, Josep Borrell, considera preocupante la situación y aseguró que España hará «lo imposible para mantener vivo este acuerdo» porque de él «depende en buena medida la seguridad en la región».