Nadie esperaba una sorpresa en Polonia y no la ha habido. Tras cuatro agitados años de mandato, el partido gobernante Ley y Justicia (PiS) ha vuelto a arrasar en las elecciones legislativas que se han celebrado este domingo. Acomodada en el poder, la formación ha capturado un 43,6% de los votos (según los sondeos a pie de urna), una abrumadora victoria que le permitirá seguir marcando el rumbo de Polonia a base de recetas ultranacionalistas, conservadoras y euroescépticas. Jaroslaw Kaczynski ya ha celebrado la victoria ante sus simpatizantes.

Las políticas impulsadas por Varsovia han despertado muchas críticas entre sus socios de la Unión Europea (UE). Sin embargo, de puertas para adentro, los ciudadanos han vuelto a premiar a los conservadores con una victoria aún más abultada en el Parlamento polaco (Sejm). Ya lo hicieron en las elecciones europeas del mayo, cuando crecieron hasta el 42,4% de los votos, y lo han vuelto a hacer ahora.

La segunda plaza en estos comicios ha sido para la Coalición Cívica, una plataforma que agrupa cuatro partidos liberales, conservadores y socialdemócratas, un popurrí electoral fundado en marzo del 2018 con la intención de vencer al todopoderoso PiS. El 27,4% de los votos conseguido sabe a objetivo fallido, pues supone un retroceso de 4,3 puntos para las formaciones que lo integran. Por su lado, el partido izquierdista Lewica ha conseguido crecer hasta un 11,9% de los votos con un programa progresista opuesto al del gobierno.

Espaldarazo

La incontestable victoria del partido de Jaroslaw Kaczynski supone un fuerte espaldarazo a la deriva reaccionaria orquestada por el gobierno de Polonia durante los últimos años. En el país más fervientemente católico del Europa, el PiS se opone al aborto, la eutanasia, a la educación sexual y al matrimonio entre personas del mismo sexo. Kaczynski llegó a decir que los gays son "la ruina de la civilización2 y que los inmigrantes causan "enfermedades infecciosas".

A su rechazo total de la acogida de refugiados y a una retórica nacionalista que lo empapa todo, hay que sumarle sus constantes ataques al sistema judicial. El año pasado miles de personas protestaron en las calles contra una reforma judicial con la que el Ejecutivo quería forzar la jubilación de decenas de magistrados del Tribunal Supremo y supeditarlo al control del gobierno. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea obligó a Polonia a congelar esa medida al considerar que era “incompatible” con el derecho comunitario.

Con la autoritaria Hungría de Viktor Orbán como aliada y referente, el PiS también ha levantado ampollas por impulsar una ley que restringía la cobertura política de los medios de comunicación, evitando que ciertos periodistas pudiesen entrar en el parlamento. Haciendo del recorte de libertades la base de su "democracia iliberal", Polonia y Hungría lideran un Grupo de Visegrado que, junto a República Checa y Eslovaquia, se ha convertido en el principal bloque interno de oposición a la UE. El dolor de cabeza se agravará en Bruselas.