Las calles de Chemnitz volvieron a vivir ayer una jornada de luto explotada con fines ideológicos. Reunidos en un acto de protesta por el asesinato de Daniel H., un ciudadano alemán de origen apuñalado el domingo en una trifulca con jóvenes extranjeros, la ultraderecha logró reunir hasta 4.500 personas que también pidieron la dimisión de la canciller Angela Merkel por su política migratoria y la expulsión de los “extranjeros criminales”.

El concurrido acto de ayer también sirvió para ver como, por primera vez, el partido antiinmigración Alternativa para Alemania (AfD) desfilaba al lado del movimiento islamófobo Pegida, cuyo fundador, multado por llamar “basura” a los refugiados, encabezo la marcha de luto. A su lado estaba el máximo dirigente de AfD en Turingia, Björn Höcke, conocido representante del ala más radical de la formación.

Aunque AfD nació como un partido euroescéptico a mediados del 2015 dio un giro hacia posiciones más ultraconservadoras y etnonacionalistas, un cambio de discurso que encontró su éxito al aprovecharse de la llegada de más de 1,2 millones de inmigrantes a Alemania.

PEQUEÑOS INCIDENTES

A diferencia de lo sucedido a principios de semana, ayer la policía no informó de la presencia de incidentes importantes. “Somos ciudadanos, no nazis”, rezaba una de las pancartas de la marcha, en la que se distanciaban de los actos de violencia contra extranjeros protagonizados por cabezas rapadas. Al final de la marcha, a las 19:15 horas, se vivieron momentos de tensión cuando durante media hora un grupo se negó a disolver la concentración e insultó a los cuerpos de seguridad llamándolos “traidores de la gente”. Hasta 11 personas tuvieron que ser trasladadas al hospital.

Sin embargo, sí que hubo coacción e insultos a miembros de la prensa. Destacados dirigentes de AfD se han referido a los periodistas como ‘Lügenpresse’ (prensa mentirosa), un término con un alto peso histórico popularizado de nuevo en Alemania por los grupos de derecha populista.

NOMBROSA CONTRAMANIFESTACIÓN

Pero como ya ocurrió este pasado lunes la manifestación se encontró con una contraprotesta que ha conseguido reunir hasta 4.000 personas. Sindicatos, partidos y líderes políticos, equipos de fútbol y trabajadores formaron parte de una movilización antifascista en la que criticaron el discurso racista en contra de los inmigrantes y las imágenes de neonazis haciendo el saludo hitleriano y atacando a gente de aspecto extranjero. La ministra de Familia, la socialdemócrata, Franziska Giffey, fue el primer miembro del gobierno en visitar Chemnitz.