Alemania se prepara para un nuevo terremoto político. Tras felicitarse por unas elecciones europeas en las que la ultraderecha avanzó menos de lo esperado, la euforia puede quedar sepultada muy pronto. Este próximo otoño el país celebra tres importantes elecciones regionales en el Este en las que la nacionalista y xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) aspira a tocar la gloria.

La formación antiinmigración puede asestar su primer gran golpe sobre la mesa el 1 de septiembre en Brandeburgo, el estado federado que rodea la ciudad de Berlín. Y es que por primera vez en la historia un sondeo da la victoria a AfD al pronosticarle un 21% en estimación de voto, desbancando a unos socialdemócratas (SPD) en el Gobierno que se hundirían hasta el 18%. Los conservadores (CDU) caerían al 17% y los verdes llegarían a esa misma cifra.

A pesar de que AfD no para de crecer, la fragmentación política dificultaría mucho su llegada a este gobierno regional. Aunque los populistas serían los más votados, solo un tercio de sus electores apoyan a su candidato para que lidere el ejecutivo, un dato que apuntala el hecho de que gran parte de esos votos a la ultraderecha son una protesta contra los grandes partidos.

El mismo 1 de septiembre AfD puede certificar que el Este es su fortín con otro gran resultado en las elecciones de Sajonia. Así, los sondeos apuntan hasta un 26% de los votos para el partido en la cuna del movimiento islamófobo Pegida y donde el año pasado hubo las protestas de Chemnitz. De nuevo, el partido podría crecer más de 16 puntos aprovechándose del hartazgo ciudadano con una CDU en caída libre. La protesta les permitiría cosechar sus mejores resultados en toda Alemania.

El 27 de septiembre Turingia cerrará el ciclo electoral alemán de este año y ahí AfD también será, de lejos, la fuerza más mejorada. Así, podría dispararse nueve puntos hasta un 20% de los votos. En el 2014, la CDU ganó pero perdió el Gobierno tras un pacto tripartito de izquierdas. Los tres partidos del Ejecutivo y los conservadores apuntan a una pérdida de votos.

Aunque Angela Merkel y la cúpula de la CDU han reiterado su rechazo a cualquier tipo de acercamiento a AfD, dentro del partido ya han sonado voces más abiertas a romper el cordón sanitario y pactar con la extrema derecha. Lleguen o no a un gobierno su mayor victoria será marcar la agenda política.

FIGURAS PROMINENTES

Más pobre, desigual y con una población inmigrante mucho menor que en el resto del país, el antiguo territorio de la Alemania socialista se ha convertido en terreno abonado para la extrema derecha. No es de extrañar que Brandeburgo fuese el Estado donde más ataques a refugiados per cápita se registraron en el 2017 o que Sajonia y Turingia sean el escenario principal de manifestaciones pardas y contra la inmigración.

AfD es más fuerte que nunca en el Este. En las europeas fueron la primera fuerza en Sajonia y Brandeburgo con un 25,3% y un 19,9%, y quedaron segundos en Turingia (23,8%). De esos estados han salido figuras del partido como su copresidente Alexander Gauland, su defenestrada líder Frauke Petry o Björn Höcke, su brazo etnonacionalista. El pronosticado ascenso de la extrema derecha y los verdes junto a la debacle del bipartidismo puede acentuar aún más la tensión en el Gobierno federal de Berlín y acelerar un precipitado fin de legislatura.