Corea del Norte logró esta semana lanzar por primera vez con éxito un misil balístico intercontinental, capaz de alcanzar EE UU. La proeza ha disparado las alarmas en Washington, Seúl y Tokio, que han respondido con amenazas para usar la fuerza contra el régimen estalinista. Ese escenario podría generar una guerra nuclear, según afirma Shea Cotton, investigador del Centro de Estudios de No Proliferación James Martin, en la universidad de Monterrey. En una entrevista con este diario analiza las opciones de la Administración Trump para solucionar el renovado foco de inestabilidad mundial.

¿Ha cambiado las reglas del juego el misil que Corea del Norte lanzó el martes?

Con toda seguridad, aunque no es una sorpresa que haya sucedido. Corea del Norte ha estado años trabajando para llegar a este punto, y en los últimos 18 meses ha pisado el acelerador. Desde su perspectiva es otro paso hacia delante, pero para EE UU es un cambio muy importante. Desde el 2006, cuando Corea del Norte se convirtió en una potencia nuclear, el objetivo de la política exterior estadounidense ha sido impedir que desarrollara un misil intercontinental. Ahora se puede decir que ha fracasado.

El misil sería capaz de alcanzar Alaska…

El misil se lanzó hacia arriba, casi en vertical, para que no atravesara el territorio de ninguno de sus vecinos. Estamos tratando de calcular hasta donde llegaría si lo lanzan tan lejos como pueden, pero la mayoría de las estimaciones ponen Alaska cómodamente a tiro. Tampoco sabemos si lo probaron al máximo o restringieron la trayectoria a propósito. Es posible que pueda llegar más lejos de lo que pensamos ahora. Técnicamente sería mucho más difícil.

Lo importante además es que el misil fuera capaz de reentrar en la atmósfera sin explotar, ¿no es cierto?

Siempre ha habido dudas de que Pyongyang fuera capaz de ensamblar un vehículo de reentrada, algo para contener y asegurar las cabezas nucleares mientras entran en la atmósfera sin quemarse. Al disparar hacia arriba el misil, bajó a una extraordinaria velocidad, quedando sometido a circunstancias extremas, pero logró superar la prueba. De modo, que cabe pensar que de haberse lanzado contra EE UU, hubiera funcionado.

EE UU está amenazando con usar la fuerza militar. ¿Qué capacidad tiene Corea del Norte para responder en un ataque contra sus vecinos?

Una guerra en la península coreana sería la más destructiva de la historia. Corea del Norte es una potencia nuclear desde hace unos años y, aunque es ahora cuando han logrado dominar la tecnología para alcanzar EE UU, tienen desde hace años misiles para golpear al resto de la región. Podrían lanzar bombas nucleares contra nuestras bases en Japón o sobre cualquier parte de Corea del Sur. Además, tienen además miles de piezas de artillería capaces de alcanzar Seúl, donde vive casi la mitad de la población surcoreana. Solo con la artillería, Pyongyang podría devastar la ciudad. Las opciones militares son entre malas y apocalípticas.

¿Dominan ya la tecnología para ensamblar cabezas nucleares y lanzarlas sobre sus vecinos en misiles de corto y medio alcance?

Sí, probablemente podrían. Corea del Norte ha llevado a cabo cinco ensayos nucleares y hay suficiente información ahí fuera para pensar que seguramente han logrado miniaturizar lo suficiente las ojivas nucleares para que las pueda transportar un misil. Los misiles más fiables de su arsenal son los balísticos de corto y medio alcance, capaces de alcanzar Corea del Sur y Japón. Y aunque fallan en un 10-20% de ocasiones, es un grado de efectividad inaceptable para EE UU y sus aliados. Solo necesitan que funcionen uno o dos de ellos, armados con cabezas nucleares, para causar una devastación inimaginable.

Si la opción militar no es realista, ¿qué se podría hacer para resolver la crisis?

Ni EE UU ni Corea del Sur tienen demasiadas cartas para negociar. Corea del Norte tiene muy presente lo que le pasó a la Libia de Gadafi. En 2003 abandonó su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones y una mejoría de las relaciones con Occidente. Pero ya ves lo que le pasó en la Primavera Árabe. Parte del país se levantó en armas, Occidente impuso una zona de exclusión aérea y Gadafi acabó asesinado por una muchedumbre. Todo eso es precisamente lo que está tratando de evitar Corea del Norte. No van a entregar sus armas nucleares, ya vieron lo que pasó al último que lo hizo y han aprendido de ello.

¿Entonces?

Lo que queda es negociar una congelación del programa nuclear, pero llegados a este punto Corea del Norte ya tiene prácticamente todo lo que quiere. Quizás lo único que les falta es un misil que pueda alcanzar cualquier lugar de EE UU. Un eventual acuerdo no sería demasiado aceptable políticamente en EE UU. Solo hay que fijarse en la controversia que sigue generando el acuerdo nuclear con Irán. El de Corea del Norte sería igual de polémico pero multiplicado por 100. Lo que queda es la aceptación tácita de la realidad y una política de contención semejante a la actual para evitar que use las armas contras sus vecinos.

Es razonable pensar que China podría cortar todos sus lazos económicos con Corea del Norte, pensando además que no es el único país que comercia con ellos.

China es la llave para controlar el comportamiento de Corea del Norte, pero los chinos son bastante escépticos sobre lo que pueden lograr y también sobre las demandas de EE UU. Piensan que la exigencia estadounidense para que rompan las relaciones no tiene demasiado sentido porque si Corea del Norte queda completamente aislada concluirá que necesita más que nunca su programa nuclear. China ha tratado de manejar a su aliado creando una facción leal a sus intereses en el círculo más cercano a Kim Jong-un, pero Kim ha respondido deshaciéndose de ellos. Cuando se habla de las purgas en Corea del Norte, hablamos de Kim matando a la gente que a su juicio está en secreto al servicio de China.