A tres meses de que expire el programa de reubicación de refugiados puesto en marcha por la Unión Europea para hacer frente a la crisis migratoria desatada hace dos años, el mejor termómetro para medir sus resultados son los números. Y el último balance publicado por la Comisión Europea vuelve a corroborar lo que es evidente desde hace muchos meses: el fracaso del programa debido a la falta de solidaridad y voluntad política. De los 160.000 refugiados que la UE se comprometió a trasladar desde Italia y Grecia en septiembre del 2015 solo 20.869 han encontrado un hogar en otros Estados miembros, el 13%.

«La reubicación no es una opción. Es una decisión legal, con obligaciones legales, acordada de forma colectiva y que debe llevarse a cabo de forma colectiva, sin excepciones», reiteraba hace una semana el comisario de Inmigración, Dimitrios Avramopoulos, durante la presentación del último balance mensual. Lo cierto es que hasta la Comisión Europea se ha dado por vencida y se conforma con que los Estados miembros reubiquen al menos a los solicitantes de asilo que ya han sido declarados elegibles.

«Todos aquellos elegibles -un número muy inferior a los 160.000- deberían ser reubicados en los próximos meses. Podemos lograr ese objetivo si todos los Estados miembros asumen lo que les corresponde», insiste Avramopoulos. Actualmente, según las cifras que maneja Bruselas, hay 11.000 personas elegibles en territorio griego y unas 2.000 en Italia. Avramopoulos quiere que todas ellas encuentren un nuevo hogar en otros países de aquí a septiembre aunque recuerda que la obligación legal se aplica a todos los que lleguen hasta el 26 de septiembre y cumplan con los requisitos para entrar en el programa.

A punto de cumplirse los dos años es evidente, sin embargo, que la falta de solidaridad sigue siendo la tónica dominante. Hasta el punto de que Bruselas, tras meses de avisos y amenazas, ha dado (por fin) el paso de abrir tres procedimientos de infracción contra los tres países que se han negado a acoger refugiados o no han recibido a ninguno durante los últimos doce meses: Hungría, Polonia y República checa.

«Ha habido demasiados retrasos y ya habido suficientes discusiones. Es hora de actuar», advertía Avramopoulos. «Lamento que pese a nuestros repetidos llamamientos para que acojan y reubiquen, la República checa, Hungría y Polonia no han tomado todavía las medidas necesarias».

El gobierno de Viktor Orban dijo no al sistema de cuotas desde el primer minuto. Junto a Eslovaquia, denunció el programa ante el Tribunal de Justicia de la UE por considerar que invade sus competencias.

Pero hay más países igual de reacios. Austria, que obtuvo inicialmente un periodo de gracia por la afluencia de refugiados e inmigrantes por la ruta de los Balcanes occidentales, tiene una cuota asignada de 1.953 personas pero no ha acogido a ninguno. No será de momento expedientada porque se ha comprometido recientemente a acoger a 50 personas procedentes de Italia. Eslovaquia es otro de los países menos solidarios. Tiene que acoger a 902 pero solo ha reubicado a 16.

REUBICACIONES ACORDADAS

La falta de voluntad es, en todo caso, bastante generalizada. Sin contar las 8.000 plazas acordadas en el marco del primer programa en julio de 2015 ni las 54.000 asignadas inicialmente a Hungría y que Budapest rechazó, la UE tiene pendientes 98.255 plazas de las cuales solo se han cubierto las mencionadas 20.869: 13.973 desde Grecia y 6.896 desde Italia. España, según las últimas cifras, ha recibido hasta ahora a 886 personas lo que supone un 5,4% de las más de 16.000 que le corresponden.