Una regla que excede a las matemáticas y los números pares rige la vida en Venezuela: todo es divisible por dos. Hay dos mercados, uno blanco y otro negro, dos clases de dólares, el oficial y el supuestamente ilegal, muchísimo más caro. Hay dos maneras de comprar: con billetes o tarjeta de débito, que pueden “alquilarse” para sortear la escasez de circulante. Existe a la vez un Parlamento opositor en desacato y una Asamblea Constituyente que hace de Congreso, un Tribunal Supremo en Caracas y otro en el exilio, dos fiscales generales. Al mismo tiempo, se verifican dos modos de ocupar la calle, la de los chavistas que, con el concurso estatal, rodearon el domingo la sede del Poder Ejecutivo para “proteger” a su ocupante, y la del antichavismo, que esta semana redoblará sus manifestaciones convencida de que acelerará los acontecimientos políticos. Y hay, por último, una dualidad más peligrosa: supestamente dos presidentes, uno surgido de elecciones que suscitaron, también, dos interpretaciones distintas sobre su legitimidad, y otro autoproclamado interino y bendecido por Washington y sus aliados.

Aunque uno solo, Nicolás Maduro, es el que cuenta con el poder de la fuerza militar, y llama Juan Guaidó “títere del imperio”, la máxima autoridad legislativa, cree que gana en la calle su batalla con quien llama “el usurpador”. En la noche del domingo, Guaidó trazó una ambiciosa hoja de ruta. “El miércoles les pidió a todos que salgan para una gran protesta nacional”. El sábado, en tanto, se realizará también en otras ciudades del mundo “para acompañar el respaldo de la Unión Europea” el día que vence su ultimatum. Todavía hay casi 700 detenidos por las protestas de la semana pasada.

LOS PLAZOS SE ESTIRAN Y EEUU AMENAZA

Maduro, en tanto, volvió a insistir que pronto la justicia se encargará de resolver la situación de Guaidó. Pero los tiempos de tomar cartas en el asunto se estiran de manera incierta. A los analistas no les queda claro si se trata de una cuestión de debilidad o el madurismo tiene un naipe guardado que no exhibe. Por lo pronto, el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, amenazó con una “respuesta significativa” ante cualquier “acto de violencia e intimidación contra el personal diplomático de Estados Unidos, el líder democrático de Venezuela, Juan Guaidó, o la propia Asamblea Nacional”. Bolton dejó entrever que, contra lo anunciado por Maduro, la embajada en Caracas no ha dejado de funcionar por completo. Además, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, anunció el domingo que aceptaba a un enviado de Guaidó, Carlos Vecchio, como encargado de negocios de Venezuela en Washington.

Por lo tanto, hay también dos versiones sobre lo que está ocurriendo desde que Maduro rompió vínculos diplomáticos con EE.UU. por reconocer al “presidente encargado”. La realidad se expresa en una suerte de código binario. Maduro hace y Guaidó intenta deshacer con aplausos en la Casa Blanca.“Esta es una cadena de situaciones que nos coloca ante un hecho insólito. No hay ningún país del mundo que tenga dos presidentes. El caso venezolano es para el estudio de los procesos políticos en el mundo… Lo único que falta es que tengamos dos fuerzas armadas y una guerra civil”, le advirtió al portal Contrapunto el secretario general del Movimiento Al Socialismo (MAS, opositor), Felipe Mujica. El problema, a estas alturas, es global. A la par de las acciones externas contra Maduro otros países, Rusia, China y Turquía, “generan presiones en sentido contrario”, lo que demuestra “que una parte importante de este forcejeo no está en manos de venezolanos”.

UNA SALIDA NEGOCIADA Y UNA CONSULTA POPULAR

Para Mujica, lo que se necesita, por lo tanto, es “una salida negociada” que desemboque en un referendo. Un grupo de chavistas críticos, entre ellos varios ex ministros, creen lo mismo. La llamada Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución rechazó “la creación de un Estado paralelo centrado en la Asamblea Nacional” porque puede derivar “en un conflicto interno de consecuencias impredecibles” y comprometer la soberanía venezolana. Pero, a la vez, instó a levantar la voz contra el “desfalco y fraude constitucional del Gobierno de Maduro” y “constituir un gran movimiento nacional que promueva el diálogo” entre la AN y el Gobierno. Todo debe conducir a una alternativa común, ya no divisible: la consulta popular permitará a la sociedad decidir sobre su destino.